16 dic 2017

HOSOKAWA GRACIA



            
           Tamako, Tama, Garasha, Gracia. Desconocida por unos, ignorada por otros. Grande por derecho propio. Permitidme que os cuente la historia de una heroína que no necesitó panoplia alguna para serlo. Algunos (sobre todo algunas) son tan ciegos que se empeñan en que para que una mujer deje su huella en la historia debe actuar como un hombre dejando de lado todo lo demás. Concededme algo de vuestro tiempo y os demostraré lo equivocados están...

HEREDERA DE TRAICIÓN


            Nació en el año 1563, en el castillo de Sakamoto,  en la provincia de Omi, a las orillas del lago Biwa  y recibió el nombre de Tamako  aunque casi todos la llamaban cariñosamente Tama. Era la tercera hija de Akechi Mitsuhide, por aquel entonces general del gran señor Oda Nobunaga. Tenía dos hermanos, Mitsuyoshi, el heredero, y Hidemitsu, adoptado.

            A la edad de 15 años Tamako  contrae matrimonio con Hosokawa Tadaoki , vasallo como su padre del clan Oda  y señor de la provincia de Tango, con el que tendrá seis hijos.

Hosokawa Tadaoki y su nueva esposa Tamako.

            Su vida transcurre pacíficamente, ajena a los tumultos de un periodo especialmente convulso  hasta que tres años más tarde la desgracia llama a su puerta. Al castillo llegan terribles noticias, su padre había decidido traicionar a su señor y así el 21 de junio de 1582, en el templo de Honno-ji  obliga a Nobunaga a cometer seppuku. Lo mismo haría con su hijo Nobutada durante el asedio al castillo de Ni-jo,  descabezando de esta manera al clan Oda. Poco después enviaría misivas a la corte imperial en la que informaba de los hechos y se autoproclamaba nuevo dirigente del país.

             Irónicamente la historia volvía a repetirse, los Oda se vanagloriaban de descender de los Taira al estar vinculados con Taira no Chikazane  que era bisnieto de Taira no Shigemori  mientras que la familia Akechi  estaba emparentada con los Toki,  por lo que podían presumir de proceder del clan Minamoto. Cuatro siglos después los Genji volvían a derrotar a los Heike.

Incidente de Honno-ji.

            Los generales del difunto Nobunaga se negaron a reconocer a Mitsuhide y dispersos como estaban se apresuraron a cesar sus luchas para vengar a su señor, no ya por honor sino por hacerse con sus despojos y obtener con ello el poder absoluto. Como buitres hambrientos acudieron del este y del oeste, Shibata Katsuie fue emboscado por los Uesugi  mientras intentaba retirarse de la provincia de Echizen. Takigawa Kazumatsu  sufrió una severa derrota a manos de los Hojo, perdiendo con ello gran parte de sus tierras y casi todo el prestigio del que gozaba. Tokugawa Ieyasu, a pesar de encontrarse cerca optó por escapar y atravesando las montañas de Iga llegó hasta la costa y embarcó hacia la provincia de Mikawa para desde allí reorganizar sus fuerzas.

            Sin embargo Toyotomi Hideyoshi  logró llegar a un acuerdo con el clan Mori y cesar las hostilidades antes de emprender el camino de vuelta, hecho que le permitió regresar con sus fuerzas intactas. Hideyoshi se encontró en Sakai  con Niwa Nagahide y Oda Nobutaka, hijo menor del difunto Nobunaga. Se puso al mando del resto de las fuerzas del clan, las unió a las suyas propias y marchó al combate. 

            Mientras tanto Mitsuhide  trataba desesperadamente de atraer simpatizantes a su causa, envió emisarios a su yerno Tadaoki  pero éste ignoró sus peticiones y decidió unirse a las fuerzas de Hideyoshi.

            El choque se produjo dos semanas después en Yamazaki  en la que se conoció posteriormente como batalla de Tennozan. Acosadas por el fuego de fusilería y superadas ampliamente en número las tropas  de Mitsuhide se batieron en retirada. El cuatro de julio de ese año el traidor Akechi, que huía de su derrota fue sorprendido por unos labradores ávidos de botín, alanceado y degollado. La cabeza fue llevada a Nobutaka, que la mandó coser al tronco, dejando el cadáver pudrirse sobre una cruz a las afueras de Kyoto.

Batalla de Tenno-zan o Yamazaki.

            Este enfrentamiento tuvo dos efectos inmediatos, por una parte Hideyoshi , tras deshacerse de Nobutaka, se convirtió en el señor más poderoso de la nación (al ser de origen plebeyo no llegó a alcanzar el rango de shogun pero si el título de Kampaku  o jefe consejero del emperador) y por otra Hosokawa Tamako  pasó a ser la hija de un traidor.

GARASHA


            Una nueva ley promulgada por Hideyoshi decía que las sentencias no solo debían recaer sobre el reo-traidor-rival, la pena se extendía a toda su familia. Justificaba esto aduciendo que no se castigaba a la persona, sino al apellido. De esta manera  erradicaba toda posibilidad de futuras venganzas o posibles herederos encolerizados. Existe un dicho al respecto que reza: ´He tomado prestado mi apellido, debo devolverlo sin mácula´. La única manera de que la familia del inculpado saliese indemne era el seppuku.

            Akechi Mitsuyoshi  cayó en combate pero su hermano Hidemitsu logró escapar, y aunque murió poco después sus hijos, Miyake Shigetoshi  y Toyama Tarogoro,  sobrevivieron. Shigetoshi  participaría años después en la rebelión de Shimabara bajo las órdenes de Amakusa Shiro Tokisada y Tarogoro  sería conocido por ser el antepasado de el famoso samurai pro-imperial Sakamoto Ryoma que se alzó en armas contra el shogunato Tokugawa (entre otras cosas es también conocido por ser el padre de la marina imperial japonesa y el primer samurai en usar zapatos occidentales...). Fue asesinado por partidarios del bakufu en 1867 a la edad de 31 años. 

            El caso de Tamako  era peculiar ya que aunque era hija de un traidor al estar casada había adquirido otro apellido y por tanto no podía ser juzgada (los hijos de Hidemitsu fueron dados en adopción y pudieron salvarse de la misma manera). Nada de esto evitó que la encarcelaran (otra de las reformas de Hideyoshi, construyó las primeras cárceles en Japón) , Tadaoki  protestó enérgicamente alegando que las propuestas de Mitsuhide no hicieron mella en su lealtad. Poco tiempo después Tamako  quedó en libertad.

            Muchas fueron las presiones que recibió su marido Tadaoki para que se divorciara de ella y poder de ese modo ser ejecutada. Simuló repudiarla y la ocultó en una pequeña aldea llamada Midono, sita en la península de Tango, cerca de Kyoto  hasta que la situación se estabilizase.

            Transcurrieron dos años antes de que Tamako  pudiese regresar a la mansión Hosokawa con la condición de que jamás saliera de ella ni se dejara ver en público. Durante su reclusión estuvo atendida por Kiyohara Ito María,  devota cristiana y persona de confianza, tanto de los misioneros jesuitas como de los miembros de la familia Hosokawa. María había aprendido latín, aprendido a oficiar una misa e instruida en el sacramento del bautismo habiendo convertido  a un total de veintidós damas de la corte. Durante su reclusión Tamako  oía las prédicas de su sirvienta, le recitaba pasajes de la biblia a la vez que le hablaba sobre su principal mentor, Don Justo Takayama Ukon. La animó incluso a hacer una incursión nocturna a la catedral de la ciudad y conocerle en persona aprovechando la ausencia de su marido, que por aquel entonces se encontraba luchando en Corea. Ambos quedaron impresionados por la inteligencia y sabiduría mutuas. Lo que ignoro es que si ella sabía que fue la mano de Ukon  la encargada de dar muerte a su hermano Mitsuyoshi. Quizá él se lo confesara, tal vez ella le perdonara, o puede que ya lo supiera y el guardara silencio. Nadie lo sabe ni lo sabrá jamás. Lo que sí es seguro es que las palabras que se dijeron dejaron una profunda huella en los dos.

Don Justo Takayama.


DE PROMESAS Y VOTOS


            En el año 1582 Hideyoshi  estaba en la cúspide de su poder. Casi había logrado concluir la unificación del país que su antiguo señor Nobunaga dejó a medias y apenas algunos territorios en Kyushuu osaban resistírsele. Pero se hacía mayor y aún no tenía hijos varones. Sus objetivos eran muy grandes y apenas le quedaba tiempo. En un alarde de megalomanía sin precedentes se propuso conquistar la China de los Ming  y convertir a su país en el más poderoso de toda Asia. Solicitó permiso a la vecina Corea para atravesar su territorio  así como la colaboración (vasallaje) de la dinastía Joseon y atacar a los chinos por tierra pero estos se lo denegaron al ser en esos momentos tributarios del gran reino medio (que es como tradicionalmente se ha conocido a China, lo siento Tolkien, se te adelantaron varios siglos), tal afrenta sería aprovechada por Hideyoshi  para invadirla. 

            A tal empresa dedicó una enorme flota y más de doscientos mil hombres. Los japoneses, armados con arcabuces arrollaron a las fuerzas coreanas. El diez de junio  Agustín Konishi  toma Seul y el veinticuatro de julio Kato Kiyomasa hace lo propio con Pyongyang

            Agustín Konishi  invitó al jesuita madrileño Gregorio de Céspedes  a trasladarse a Corea como capellán,  convirtiéndose así en el primer europeo en visitar el país, donde permaneció un año.

Gregorio Céspedes, el primer europeo en visitar Corea.

            Mientras tanto el marido de Tamako, Tadaoki  trabó una gran amistad con Toyotomi Hidetsugu, sobrino y heredero de Hideyoshi.
El trato dado a la población local fue brutal y no tardaron en aparecer movimientos de resistencia mientras que los chinos enviaron un enorme ejército que hizo replegarse a los contingentes japoneses hasta un cinturón de fortalezas costeras al sur del país. Al mismo tiempo el almirante coreano Yi Sunsin atacaba con sus barcos tortuga a la flota invasora. Para los japoneses un barco de guerra no era más que una mera plataforma para sus samurai , los cuales irían en busca el cuerpo a cuerpo yendo al abordaje. Para los coreanos sin embargo, un barco de guerra debía tener movilidad y estar bien artillado, estas dos cualidades impedirían cualquier intento de abordaje. Los barcos tortuga destrozaron a las galeras niponas y es que un tigre jamás podrá vencer a un tiburón en el mar.
 
Estos barcos tortuga dieron la victoria al almirante Yi Sunsin

            Con sus líneas de suministro cortadas y las fuerzas chinas en camino Hideyoshi  accedió a negociar la paz. Se envió a Pekín a Juan Naito, amigo de Agustín Konishi. Entre las exigencias de Hideyoshi  estaban el dividir la península en dos, quedando la parte sur bajo control japonés y dejando el norte para china, así mismo solicitaba que le fuese enviada una princesa Ming  como concubina y a un príncipe como rehén. El emperador chino propuso nombrarle ´rey de Corea´ con la condición de retirar todas las fuerzas militares. Hideyoshi  accedió complacido e hizo volver a su ejército.  Se mandaron emisarios, mensajeros y embajadores que iban y venían mientras el tiempo transcurría impasiblemente.

            Tras la aventura coreana los samurai volvieron a sus quehaceres diarios, esto es, intrigas, traiciones, luchas intestinas, lo normal para unas gentes que vivían y morían por y para la guerra cuando no tenían un enemigo común contra el que enfrentarse.

            Llegó el día en que se anunció el nacimiento de un bebé, Hideyoshi había sido padre, era un varón y Hideyori  sería su nombre. Desde ese momento las relaciones con su sobrino Hidetsugu comenzaron a deteriorarse drásticamente, todo apuntaba que Hideyoshi  se retractaría de sus pasadas promesas y nombraría a su nuevo vástago como su sucesor y todo aquel que apoyase a su rival sería blanco de intrincadas maquinaciones y complots. 

            Tadaoki  comenzó a temer por su vida, la amistad que le unía al sobrino del kampaku era por todos conocida, habían luchado juntos y se trataban como hermanos. Una noche en su mansión hizo prometer a Tamako  que si alguna vez alguien intentase capturarla para ejercer alguna influencia sobre él se quitara la vida. Ella asintió, no conforme le hizo repetir su juramento, nunca, jamás, bajo ninguna circunstancia habría de permitir que la capturaran con vida.

            Sucedió lo inevitable, Hideyoshi  apresó a su sobrino junto con toda su familia, los condujo al sagrado monte Koya y ordenó masacrarlos a todos. Mucha sangre corrió ese día, sangre que era a su vez la suya propia, gran parte de su ya escasa familia, hombres, mujeres y niños por igual. Únicamente perdonó  a un bebé de un mes escaso de edad que era la hija de Hidetsugu  y tenía por nombre Kikuhime. Tadaoki  no se atrevió a mover un dedo, permaneció impasible ante semejante matanza, es posible que llegara a participar en ella, pues su lealtad había sido puesta en duda, eso nadie lo sabe, pero si es cierto que la familia Hosokawa no volvió a ser molestada y no perdió ni un ápice de su prestigio.

Toyotomi Hidetsugu.

            Los años fueron pasando y la respuesta china se retrasaba cada vez más, Un anciano y demente Hideyoshi  montó en cólera cuando fue coronado ´simbólicamente´ rey de Corea, en la declaración no se tuvo en cuenta ninguna de sus peticiones, no hubo princesa, ni rehenes ni territorios que anexionarse. Aquello era a todas luces una clara burla hacia su persona. Para colmo sus exigencias de tributos regulares a las islas Filipinas fueron totalmente ignoradas por los españoles. Como represalia se apoderó del galeón San Felipe y prendió a toda su tripulación, lo que acarreó que se interrumpiera todo comercio con el imperio español, con el lógico perjuicio económico y estratégico, pues era esta potencia la principal suministradora de armamento y tecnología avanzadas.

El galeón San Felipe.

            Lejos de querer aplacar la situación emitió un edicto anticristiano, se prohibió la prédica de la religión cristiana en el país, luego ordenó la expulsión de los jesuitas. Muchos sacerdotes japoneses fueron también enviados al exilio, entre ellos Don Justo Takayama, que terminó sus días en las Filipinas, donde fue  bien acogido y se le tuvo en muy alta estima, recientemente se le beatificó y aún existen monumentos a su persona y su recuerdo sobrevivió a la ´deshispanización´ forzosa de 1898.
 
Don Justo Takayama es expulsado de Japón.

            Al enterarse de la inminente expulsión de Don Justo, Tamako  tomó una de las decisiones más importantes de su vida, y así fue que el diecisiete de agosto de 1587 abrazó la fe católica y accedió a ser bautizada recibiendo el nombre de Gracia, Doña Gracia Hosokawa.



            Tras someter los últimos territorios rebeldes en Kyushuu  un desquiciado Hideyoshi  ordena una nueva invasión de Corea. Se nombra a Agustín Konishi  almirante de la nueva flota. En esta ocasión la fuerza atacante se desenvolvió con soltura en el mar. Kiyomasa comandaría al ejército en tierra. Como detalle hay que resaltar que el comandante era un budista militante, odiaba abiertamente a los cristianos y a su credo, en ese aspecto Hideyoshi hizo bien al apartarle del almirante Konishi. De nuevo Hosokawa Tadaoki formó parte del contingente invasor, su condición de guerrero veterano le daba una clara ventaja sobre otros señores más bisoños. 

Kato Kiyomasa y Agustín Konishi planifican la invasión.

            Volvió a distinguirse Kiyomasa, pero las disensiones entre los generales japoneses, el rigor del invierno y el ingente tamaño de los ejércitos chinos y coreanos hicieron insostenibles las posiciones japonesas. Cuando los chinos enviaron a Kato Kiyomasa unos mensajeros para pedir que se rindiera, el feroz daimyo alanceó con sus propias manos delante de los mensajeros a una princesa coreana que tenía prisionera, reputada como la mujer más bella del país.

            Pero el destino, el tiempo, o la gracia divina, quien sabe, hizo que Hideyoshi muriera y aunque trató de ocultarse a la población local sí que trascendió al otro lado del mar y se extendió como la pólvora. Los generales no tenían ya motivo alguno para continuar la campaña. La súbita muerte del kampaku abría la veda a las luchas por el poder. Los japoneses accedieron a retirarse aunque debido a las inclemencias del tiempo el repliegue se retrasó hasta diciembre de 1598.

Tras la muerte de Hideyoshi los japoneses abandonan Corea.

            Una guerra concluía, no pasaría mucho tiempo hasta que otra, no menos terrible, se iniciase.


EL SACRIFICIO


            Antes de su muerte Hideyoshi  formó lo que se llegó a conocer como ´el consejo de los cinco regentes´, integrado por los cinco señores más poderosos del país: Maeda Toshiie, Mori Terumoto, Ukita Hideie, Uesugi Kagekatsu y Tokugawa Ieyasu, con objeto de mantener el equilibrio de poder y ningún daimyo  destacase sobre otro al menos hasta que su hijo Hideyori  cumpliera la mayoría de edad y ocupase su puesto.

            A pesar de que el viejo kampaku  pareció dejarlo todo bien atado no tardó Ieyasu en violar sus promesas. Una de ellas era que ningún integrante del consejo de los cinco realizaría bodas ´políticas´. Tokugawa concertó enseguida nada menos que cuatro, así se emparentó con los Date, Fukushima, Hachisuka y Konishi. Estas bodas le reportaron un beneficio político descomunal pues todos ellos menos Konishi, no tardaron en adherirse al bando de los Tokugawa. Sólo Ishida Mitsunari, un antiguo ministro de Hideyoshi se atrevió a denunciarle ante Maeda Toshiie, uno de los cinco, por perjurio. En medio del escándalo, Damián Kuroda y Hosokawa Tadaoki, marido de Doña Gracia, convencieron a Toshiie para que se uniese a Tokugawa, aunque éste moriría poco después por su propia mano al saber que padecía una enfermedad incurable.

Ishida Mitsunari.

            Mientras tanto Mitsunari  convencía a Uesugi Kagekatsu, otro miembro del consejo, a regresar a sus tierras y esperar ´el momento adecuado´, a pesar de que aquello también había sido prohibido por el difunto Hideyoshi.


            Ante tan grave situación Ieyasu exigió  rehenes a sus leales, otro incumplimiento de las reglas del kampaku. De esta manera entregó Tadaoki a su mujer Doña Gracia como garantía.

Doña Gracia preside la fachada de la catedral de Santa María de Tamatsukuri, Osaka

            La mañana del dos de septiembre llegaron noticias de que Ishida se había rebelado abiertamente contra Ieyasu, formado una unión con varios daimyo del oeste del país, y que había tomado o iba a tomar como rehenes a las familias de los afectos a los Tokugawa. Ieyasu declaró a los señores cuyos familiares podían caer prisioneros de Ishida que los exoneraba de toda obligación de seguir en sus filas, pero todos se declararon dispuestos a arrastrar las consecuencias de su lealtad. Incluso Tadaoki, que se encontraba en esos momentos atacando a los Uesugi reafirmó su compromiso de fidelidad.

            El veinticinco de agosto del año 1600 las fuerzas de Ishida rodearon la mansión Hosokawa con la intención de capturar a sus ocupantes. Doña Gracia, atrapada entre la promesa de su marido de no dejarse atrapar con vida y su fe cristiana que le impedía cometer suicidio tomó la decisión de incendiar la casa, elevó al cielo una última plegaria y acto seguido ordenó al samurai Ogasawara Hidetada que acabase con su vida de una lanzada. El guerrero obedeció sin dudarlo y después desenvainó su espada y se mató con ella. Su ´jisei no ku´ (poema de despedida que los samurái solían dejar antes de abandonar este mundo)  rezaba así:


´Una flor es una flor

un hombre es un hombre

si sabe desaparecer

a su debido tiempo´




            Ishida, horrorizado ante tal escena se abstuvo de molestar a las familias de sus adversarios. Con este acto de sacrificio Doña Gracia no solo salvó a los parientes de sus vecinos, también salvó su alma congraciándose con Dios y cumpliendo la palabra dada a su marido hasta sus últimas consecuencias.  Tenía 37 años.




UN MUNDO SIN GRACIA


            El padre Organtino, discípulo de San Francisco Javier  y japonófilo empedernido (de hecho afirmaba que solo haría falta un órgano y un coro para convertir a todo Kyoto, la ciudad llegó a tenerlos y ello no hizo aumentar las conversiones) fue el encargado de recuperar los restos óseos de Doña Gracia de las ruinas de la mansión Hosokawa y los enterró en el cementerio cristiano de Sakai, aunque con posterioridad  fueron exhumados y trasladados al templo budista de Soozen-ji. Dicen que Tadaoki  lloró amargamente durante el funeral rompiendo de ese modo las exigencias protocolarias de la época pero nadie se atrevió a censurarle por ello. Todos los partidarios de Tokugawa estuvieron presentes, todos menos uno, el budista radical Kato Kiyomasa, que se negó a asistir a un sepelio cristiano, en su lugar prefirió enviar a su hijo como representante.

Hosokawa Tadaoki y Doña Gracia.

            La batalla de Sekigahara supuso el enfrentamiento final con las fuerzas de Ishida. Tokugawa Ieyasu  se proclamó vencedor y se convirtió en el hombre más poderoso de Japón, sólo un jovencísimo Hideyori  se interponía ahora entre él y el poder absoluto.

            Entre los derrotados estaba Agustín Konishi, que desde un primer momento se declaró en contra de Ieyasu.  Fue capturado y sometido a escarnio público y ejecutado para mayor vergüenza con una espada hecha de bambú. Al morir portaba un crucifijo y un rosario, regalos de la reina Doña Catalina de Portugal, hermana del emperador Carlos.

            Tras la batalla Ieyasu se hizo con un casco de fabricación española y de esta guisa procedió a premiar a sus generales.

Armadura de Ieyasu Tokugawa en Sekigahara, nótese el casco español.

            Hosokawa Tadaoki, ahora viudo de Doña Gracia  destacó en la batalla y recompensado con una renta anual de 369.000 koku ( aproximadamente un millón de euros) y territorios en la provincia de Buzén (en la actual Fukuoka) convirtiéndose así en uno de los dieciséis señores más poderosos. Trasladó su residencia al castillo de Kokura y construyó varias iglesias allí. En el aniversario de la muerte de Doña Gracia, Tadaoki  encargó al padre Organtino  una misa de difuntos que se celebró en una iglesa de Nakatsu.



            En 1612 comienza la persecución de los cristianos y Tadaoki  no dudó en destruir las iglesias que él mismo encargó edificar y ordenar a todos sus súbditos que abandonaran la fe cristiana. Entre los que se negaron estaba el propio gobernador de Kokura, Don Diego Kagayama, que murió decapitado junto con su primo Baltasar y el hijo de éste, de cuatro años de edad, el 15 de octubre de 1619. Diego regaló todos sus vestidos a un pobre y caminó orando hacia sus ejecutores. Baltasar perdonó a sus verdugos. 

Persecución y martirio de cristianos durante el shogunato Tokugawa.

            La familia Ogasawara, que tan fielmente había servido a los Hosokawa también perdió a dieciocho de sus miembros, el deseo de Tadaoki  por mantener su posición y la habilidad para estar siempre del lado de los vencedores fueron más fuertes que la piedad, el honor y el recuerdo de su esposa.

            Tadaoki murió en 1645 a la edad de 83 en su residencia de Buzen, sin pagar sus pecados, como suelen hacerlo casi todos los hombres malvados.

            Pero la historia de la casa Hosokawa no termina aquí, su linaje sobrevive aún hasta nuestros días, aunque no siempre les sonrió la fortuna. A finales del siglo XIX se emparentaron con la familia imperial, en particular con los Konoe e Ichiyo, el duque Fumimaro Konoe, nieto de un Hosokawa, llegó a ser primer ministro en 1937, estuvo directamente involucrado en la guerra sino-japonesa y se afirma que tuvo conocimiento de las atrocidades que allí se cometieron (que por cierto se dieron por parte de ambos bandos), entre ellas la terrible masacre de Nanking y no hizo nada por evitarlas. Dos años después dimitió de su cargo al fracasar las negociaciones de paz aunque no tardaría en volver a incorporarse a su puesto a petición del emperador en 1940. 

            Durante este segundo periodo Japón se hizo con las posesiones francesas en Asia, firmó un tratado de no agresión con la Unión Soviética y se unió a Alemania e Italia en el pacto tripartito. 

            Konoe hizo lo posible por evitar una guerra contra Estados Unidos pero al ver que las relaciones entre los dos países se deterioraban por momentos decidió dimitir por segunda vez, sucediéndole el belicoso general Hideki Tojo. 

Fumimaro Konoe junto a Hideki Tojo.

            A pesar de llegar a formar parte del gobierno inicial de posguerra fue acusado de crímenes de guerra por su implicación en la invasión de China y condenado a morir en la horca. Antes de que ello sucediera prefirió quitarse la vida ingiriendo una cápsula de cianuro.

            Ya en 1993 el nieto de Konoe, Hosokawa Morihiro llegaría también a alcanzar el puesto de primer ministro de Japón a la cabeza del PLD (partido liberal democrático) aunque se vio obligado a abandonar el cargo acosado por numerosos escándalos de corrupción.

Hosokawa Morihiro, ex-primer ministro japones y descendiente de Doña Gracia.


LEGADO


            Gracia hizo honor a su nombre, concilió dos formas de vida en apariencia antagónicas, supo morir como el más bravo de los samurai  sin traicionar sus creencias. Amó al hombre que fue su marido y al Dios al que eligió seguir. Abrid cualquier libro de historia, os hablarán de Nobunaga y Mitsuhide, de Hideyoshi , Ieyasu y muchos otros, pero si leéis detalladamente la encontraréis, junto a esos grandes personajes, Gracia, siempre,  por todas partes.