23 ene 2017

SHICHIFUKUJIN


LOS SIETE DIOSES DE LA FORTUNA


            También conocidos como Shichifukujin o los siete afortunados. Son un producto del sincretismo que tanto caracteriza al país del sol naciente, en él se mezclan elementos budistas, hinduistas, shintoistas y taoistas por igual. Juntos encarnan las siete virtudes del ser humano y son tremendamente populares en Japón.



            A pesar de que se les llame dioses debo aclarar que NO LO SON. No son kami, tampoco bodhisattvas. Son ´ten´, seres celestiales, algo así como semi-dioses, por lo tanto aunque en sus descripciones les siga denominando dioses no han de entenderse como tales.

            A continuación procederé a describir uno por uno a este sin par grupo, hablaré de sus orígenes y las circunstancias que llevaron a cada uno a unirse a esta suerte de ´superhéroes de la antigüedad´.

EBISU, PATRÓN DICHOSO DE LA BUENA SUERTE


            Ebisu es el Dios de la buena fortuna, de los océanos y el trabajo honesto y los tratos justos.

            Es el único de los siete cuyo origen es puramente japonés y es que según se cuenta, Ebisu fue el primer hijo de las deidades Izanagi  e Izanami, los creadores del mundo. Durante el matrimonio de ambos la deidad femenina Izanami rompió el protocolo iniciando la ceremonia antes de tiempo y como castigo su primer vástago al que pusieron de nombre Hiruko nació deforme. El ser no tenía huesos y saltaba por el suelo como un pez lo hace cuando está fuera del agua. Un poco antes de cumplir los tres años de edad sus padres decidieron arrojarlo al mar, donde dada su condición podría moverse más fácilmente. Así fue como llegó a las costas de la isla de Ezo (la actual Hokkaido) donde un ainu (aborigen japonés) llamado Ebisu Saburo lo recogió y adoptó. Su nuevo padre le enseñó las artes de la pesca y gracias a su esfuerzo y naturaleza divina el ahora renombrado Ebisu las dominó, se hizo fuerte y le crecieron nuevos y fuertes brazos y piernas, se tornó robusto y fue muy querido entre los suyos.



            Casi siempre aparece vestido como un pescador, del que es patrón aunque en ocasiones se ha representado vistiendo un kazaori  eboshi  (gorro puntiagudo usado por los nobles) y lujosos ropajes y portando un abanico, cuyo significado no está claro pero normalmente este instrumento era utilizado por los emperadores para emitir un juicio o manifestar su aprobación o rechazo, al ser también dios de los acuerdos justos su función podría ser la de entidad que aporta ecuanimidad y juicios cabales.

Ebisu ejerce de juez en un combate de sumo entre Daikoku y Hotei

            Según otra versión Ebisu  es el hijo del Dios O-kuni-nushi  (gran amo de la tierra), por lo tanto y como veremos más adelante pariente de otro de los siete dioses.

            Como se dice que es un poco duro de oído antes de rezarle hay que dar fuertes palmadas para captar su atención. Desde el periodo Edo (1603-1868) viene celebrándose los días 9 y 10 de enero y 20 de octubre el Ebisu-ko en el que los comerciantes ofrecen suculentos descuentos para así poder limpiar sus conciencias. En la ciudad de Osaka los mercaderes golpean las paredes de sus santuarios con mazos para que el Dios les escuche y les ofrecen daikon (rábanos) y sake. Otra curioso ritual es el que hacen algunos pescadores antes de realizar una larga travesía, atan una piedra que representa a la deidad al cuello de un joven y lo arrojan al agua, el chico debe pescar desde el fondo y esforzarse para salir a flote, se considera de mal agüero si no lo logra.

            Su virtud es la sencillez y su animal es el besugo.

DAIKOKU, EL GRAN DIOS NEGRO


            Daikoku es el Dios de la tierra, la agricultura, el arroz y la riqueza, es el patrón de los granjeros y cocineros.

            Es producto de la unión de Shiva o Mahakala (dios indio de la muerte) y el japonés O-kuni-nushi. Su culto fue introducido en Japón en el siglo IX por el monje Saicho, fundador de la secta budista Tendai. O-kuni-nushi es a su vez padre del dios Ebisu y es común verlos juntos.

-Oye Ebisu, !Yo soy tu padre, Jaaajajaja!

            Se le representa como un hombre robusto y achaparrado, de tez oscura y sonriente. Carga al hombro un saco de arroz y en su mano derecha porta un mazo llamado Uchide no kozuchi, con el que puede fabricar todo lo que sus devotos deseen y que al agitarlo surgen monedas de oro y alimentos. Es el equivalente a la cornucopia griega. Suele estar de pié sobre un par de sacos que simbolizan una fuente inagotable de riqueza.

            No adquiere esta apariencia hasta el siglo XV. Las imágenes anteriores conservan el aspecto fiero original de Mahakala así como su color de piel oscuro. Otra de sus formas primigenias es la conocida como Sanmen Daikoku , de tres cabezas.

Representación de Sanmen Daikoku

            Se encuentran representaciones de Daikoku en muchas de las cocinas de las casas y restaurantes de Japón. Esta costumbre ya se daba en la India y China, donde siempre había uno cerca de los fogones de los monasterios y así nunca faltase qué comer.

            Otra de sus facetas menos conocidas es la de cazador de demonios. Cuenta la leyenda que la creciente popularidad de Daikoku despertó la envidia entre el resto de dioses así que consultaron con Emma-O  señor del inframundo y éste decidió enviar a Shiro, su demonio más astuto, para acabar con él. La criatura logró colarse en la fortaleza del dios pero no lograba encontrarle. Finalmente se le ocurrió buscar en un granero anexo al castillo y allí observó al dios descansando sobre un gran montón de arroz. Daikoku se percató de su presencia y sin dudarlo envió a una rata blanca que era su principal servidora para que espantase al demonio. El animalillo distrajo al invasor haciendo ruido con una rama de acebo y le atrajo hasta los jardines. Al sentirse descubierto el monstruo huyó. Desde entonces durante la ceremonia de fin de año los japoneses confeccionan amuletos con una ramita de este árbol para ahuyentar a los malos espíritus.
Daikoku es muy popular y no es extraño ver sus estatuas desgastadas pues según se cree frotar sus manos o sus brazos atrae la riqueza o, si la estatua tiene la piel negra, la fertilidad.

Tened cuidado, es una rata caza-demonios

Su virtud es la riqueza y su animal es la rata blanca, que ronda los graneros en los tiempos de abundancia.

BISHAMON, VASRAVANA, EL GUARDIAN DEL NORTE


            Bishamon recibe los títulos de protector del budismo, azote de malhechores y sanador de la enfermedad.

            Se le identifica con el dios indio de la riqueza Kuvera y su padre fue el sabio Vaishrava.  Cuando en el siglo VI empezó a venerársele en Japón formaba parte de los Shitenno, los reyes celestiales protectores de las cuatro direcciones y lo hizo con el nombre de Tamoten que significa ´el que escucha´ pues se dice que siempre escuchaba con gran atención las enseñanzas de Buda. Se le asignó vigilar el norte que en China se asocia al frío y al color negro, por lo que también se le conocía como Gembu, el guerrero negro. Según el Feng Shui el norte es una dirección peligrosa, también lo era en el reino medio pues de ahí provenían los fieros ataques que lanzaban los mongoles, es por ello que tanto los palacios chinos de la dinastía T´ang  como los japoneses de la era Heian se construían encarados hacia el sur.

            No pasó mucho tiempo hasta que superó en popularidad a sus otros tres compañeros y se comenzó a adorar en solitario, momento en el cual adoptó el nombre de Tobasu Bishamonten y así se le conocería hasta nuestros días, siempre y cuando nos refiramos a él como deidad única y no como parte de los siete dioses grupo del que no entró a formar parte hasta el siglo XV.

Bishamon, observad la pagoda en su mano derecha.

            Viste una armadura completa y su semblante es fiero aunque no amenazador, con una mano blande una lanza o un arco, y sujeta un templo budista que contiene reliquias con la otra. Un detalle importante es observar con qué mano sostiene el templo, si lo hace con la izquierda estamos ante Tobasu Bishamonten, si por el contrario lo muestra con la derecha se trata de Bishamon, uno de ´los siete´. En la mayoría de sus imágenes aparece pisoteando a un par de demonios llamados Yasha y Rasetsu, en señal de subyugación del mal al igual que el arcángel San Miguel lo hace el diablo o San Jorge con el dragón.

Tobasu Bishamonten, vencedor de demonios

            En las épocas más convulsas se  le rezaba al comienzo de las batallas, sobre todo si se defendía alguna posición importante ya que Bishamón es el patrón de los guerreros pero no de la guerra.  Se le considera una buena protección contra invasores extranjeros y seres diabólicos. También se le atribuye  el poder de curar a los heridos.

            Su virtud es la dignidad y su animal es el ciempiés, considerado el mensajero de los dioses.

BENTEN, DIOSA DE LA BELLEZA FEMENINA Y LAS RIQUEZAS


            Benten es la diosa de los ríos y el agua, patrona de las lenguas y las letras, de la música, la poesía, las artes y es la defensora de la nación.

            Originalmente era la diosa india del río Saravasti, del que recibía su nombre. Su aspecto original era la de una mujer guerrera de tez oscura, rostro aterrador y ocho brazos, cada uno con un arma diferente (un arco, una flecha, una espada recta, un hacha, una lanza, una maza, una rueda de hierro  y un lazo). Con este aspecto llegó a Japón en el siglo VII y el nombre de Happi (ocho brazos) Benzaiten y bajo esta forma fue adorada por señores tan importantes como Minamoto no Yoritomo, Oda Nobunaga, Toyotomi Hideyoshi y Kobayakawa Takakage. También se le emparentó con el señor de los infiernos, Emma-O,  de quien se dice es su hermano menor.

Happi Benzaiten

            Durante el siglo XI Benzaiten  se fundió con otra deidad llamada Ugain (Anavatapta), dios con cuerpo de serpiente, cola blanca y cabeza humana del agua, la fortuna y las riquezas, dando como resultado una nueva deidad llamada Uga Benzaiten. Su conexión con el agua se refuerza, se pierden los ocho brazos y se le empieza a asociar con las serpientes, tan es así que una de las formas con las que se la representa es una gigantesca serpiente de tres cabezas, animal en el que dicen se puede transformar a voluntad. Otro de los cambios que se produce es en la forma de escribir su nombre, sustituyendo el ideograma ´zai´, que significaba talento, elocuencia o disputa por otro que se pronuncia igual pero cuyo significado es riqueza. Con esta nueva denominación entró a formar parte de los siete dioses de la fortuna.
Ugain, el dios serpiente

            En el siglo XII asimiló a la diosa shintoista de la belleza y la fortuna Kichiyoten y adoptó su imagen, la de una hermosa mujer tocando un instrumento musical aunque rodeada de serpientes. Durante este siglo se levantaron grandes templos en su honor como el de Itsukushima, Enoshima y Chikubushima, que fueron sufragados por personajes de la talla de Taira no Kiyomori y Minamoto no Yoritomo.

            Como diosa del agua que es Benten simboliza todo aquello que fluye, como la música, la poesía, la escritura, la elocuencia y la sabiduría. Artistas de toda índole se encomiendan a ella para encontrar la inspiración y todos sus santuarios están siempre cerca del mar o algún río.

            Debido a su especial sincretismo esta diosa es una de las más importantes de Japón y es adorada tanto por budistas como por shintoistas y seguidores del shugendo.

            Su virtud es la amabilidad y su animal la serpiente blanca (hakujya) cuya visión se considera augurio de ganancias monetarias.

FUKU-ROKU-JU, EL GENIO DE LA SABIDURÍA


            Fuku-roku-ju es el dios de la riqueza y la felicidad, patrón de los jugadores de ajedrez.

            Fue un sennin taoísta llamado Yangzhen, consejero del emperador Wu durante la dinastía Liang (502-557). Entre sus hechos más notables destaca el haber recomendado el dar fin al reclutamiento de esclavos para la guerra en ciertas provincias ocupadas donde a partir de entonces se le empezó a venerar como a un dios.

            Se creía que los sennin  habían logrado alcanzar la inmortalidad y ya estaban atados a las necesidades mundanas como lo son el comer o el dormir. También se dice que Yangzhen era a su vez la reencarnación del dios taoista Xuanwu.

            Fuku-roku-ju es fácilmente reconocible por su cabeza extremadamente alargada, símbolo de su gran sabiduría, sus luengos bigotes y barbas y ropas chinas. En un principio no formaba parte de los siete dioses de la fortuna y su lugar lo ocupaba la diosa Kichijoten pero al ser asimilada por  Benten el viejo sabio ocupó su lugar. A diferencia de otros dioses no se le suele rezar por separado. Es fácil confundirlo con Jurojin, otro de los siete dioses e incluso se afirma que ambos son entidades que ocupan un mismo cuerpo. La manera más sencilla de distinguirlos es fijarse en la grulla blanca que acompaña a Fuku-roku-ju. Es el único de entre sus compañeros capaz de resucitar a los muertos.

Daikoku se entretiene afeitándole la cabeza a Fuku-roku-ju

            A Fuku-roku-ju le encanta jugar al ajedrez. Cuenta una vieja leyenda china que un granjero, de regreso de una larga jornada de trabajo se encontró con un par de ancianos inmersos en una partida de este juego. Decidió quedarse allí mirándolos. Sus movimientos eran muy pausados y parecían meditar mucho cada movimiento. El granjero creyó observar cómo les crecían los pelos de sus barbas. Entonces uno de los jugadores le entregó un extraño alimento para que no sintiera hambre. Al terminar la partida los dos se despidieron cortésmente de su espectador. En hombre no pudo encontrar su casa a pesar de que estaba seguro de que estaba en el lugar correcto. Tras preguntar a algunas personas que pasaban por el lugar se dio cuenta de que habían transcurrido doscientos años.

´Para escribir con maestría hay que usar la cabeza amigos míos´

            Su virtud es la popularidad y su animal la grulla blanca, aunque a veces también se hace acompañar de una tortuga.

 

JUROJIN, EL ANCIANO PATRÓN DE LA LONGEVIDAD


            Jurojin es una deidad muy similar a Fuku-roku-ju, ambos fueron sabios taoístas y tienen cabezas alargadas.

            Se cree que vivió en China en el siglo XI aunque nadie supo cuando nació exactamente, medía tres shaku (1.80 metros, enorme para aquella época) y su cráneo era anormalmente grande y terminaba en punta. Alcanzó los mil quinientos años de edad.

            En su mano derecha lleva un cayado nudoso y en su izquierda porta un pergamino donde están escritas todas las acciones, buenas y malas, realizadas por todos los seres vivos. Siempre va acompañado de un ciervo, el color del animal determina su edad, así, si es de color azul el ciervo tiene mil años, si es blanco mil quinientos y si es negro dos milenios.



            Jurojin es un gran amante del vino y de la compañía femenina. Sus devotos le ofrecen vino y si se siente complacido les golpeará con su cayado en la cabeza otorgándole con este gesto parte de su sabiduría.

            En una ocasión un emperador chino invitó al sabio a su palacio y le ofreció todo el vino que pudiese beber. Tras ingerir ciento cincuenta litros Jurojin, completamente sobrio, le agradeció su hospitalidad y le auguró un reinado dichoso, acto seguido se esfumó entre una nube de humo.

la última y nos vamos

            Su virtud es la longevidad y su animal el ciervo.

HOTEI, EL QUE AMA A LOS NIÑOS


            Hotei es el patrón de los adivinos y taberneros, así como el guardián de los niños.

            Es el único de los siete dioses inspirado en una persona real y no en leyendas. Su verdadero nombre era Pu´tai , y fue un excéntrico monje budista que vivió en China entre los siglos IX y X. Por supuesto no se salva de la mitificación y es que se piensa que es la encarnación del bodhisattva Maitreya.

            Hotei es un hombre alto, completamente calvo y con un largo bigote, es tremendamente gordo, sus ropas apenas pueden ocultar su enorme barriga, cosa que no parece importarle, su cara muestra una perenne sonrisa. En una mano lleva un abanico y en otra un saco lleno de tesoros que no duda en repartir entre aquellos que no sean ambiciosos.



            Le encantan los niños, y a los niños también les encanta Hotei, juega con ellos, los deja entrar en el saco del que salen cargados de regalos. A veces se le representa montado en un carro tirado por chiquillos agradecidos.

            Su imagen es la más conocida de los siete y todos (excepto aquellos que tengan la desgracia de vivir en países intolerantes con otras religiones) habrán visto alguna vez al gordo Hotei  dándoles sonriente la bienvenida en cualquier restaurante de comida asiática con sus brazos en alto y su gran panza al aire. Si os cruzáis con él no lo dudéis, frotadle la barriga, !A él le encanta! A cambio os permitirá llevaros una parte de su eterna alegría.



            Su virtud es la magnanimidad, no se le conoce animal asociado ¿Se lo habrá comido?.

TAKARABUNE, EL BARCO DE LOS TESOROS


            Los tres primeros días de cada año un barco zarpa de los cielos con rumbo a los puertos de todo el mundo, es el Takarabune o barco de los tesoros, en el viajan los siete dioses de la fortuna y durante su trayecto repartirán sus bendiciones a todo aquel que haya demostrado ser digno de ellas.

            En sus velas lleva bordado el ideograma ´baku´ criatura que los habituales de esta publicación conoceréis y que se caracteriza por comerse los malos sueños, por esa razón mucha gente duerme con una almohada con dibujos del mágico barco y su peculiar tripulación pues dicen que si tienes un sueño agradable dentro de esos tres días la suerte te acompañará el resto del año.

-Oye, ¿Tu conoces a un tal James Cameron?
-Ni idea macho.

            Las fuentes más antiguas sitúan al takarabune en el periodo Muromachi (S. XIV- XVI) y no siempre fue un barco.

            La primeras veces que vemos a los siete dioses juntos es navegando a lomos de un enorme pez que se decía provocaba terribles terremotos y los dioses eran considerados ´los que repartían la fortuna de forma justa. Tras un seísmo aquellos más acaudalados eran los que más tenían que perder, sus propiedades podían verse destruidas y sus negocios arruinados. Sin embargo los que menos poseían encontraban en estos desastres una gran oportunidad para prosperar ya que los hombres encontraban trabajo fácilmente, los artesanos debían reconstruirlo todo, hacían falta grandes cantidades de materias primas que los mineros, leñadores y agricultores debían proveer, de esa manera a pesar del infortunio todo volvía a la normalidad tras un tiempo y la riqueza podía así cambiar de manos.

El pez que causaba terremotos

            Como su propio nombre indica el barco contiene una serie de tesoros, os describiré algunos de los más destacados.

            -Kakuregasa, el gorro de invisibilidad, y Kakuremino, el impermeable de la suerte, que permiten realizar buenas obras sin ser visto.

            -Hagoromo, la túnica de plumas, otorga el poder de volar a quien la vista, es propiedad de Benten.

            -Uchide no Kozuchi, el mazo de la fortuna, crea monedas de oro cuando se agita o golpea algo con él, pertenece a Daikoku.

            -Nunobukuro, el saco de la fortuna, contiene tesoros, comida y bebida inagotables, Hotei  siempre lo lleva consigo.

            -Kanabukuro, bolsa de riqueza infinita, pues eso.

            -Llave de la casa de los tesoros divinos, la custodia Bishamon.

            -Makimono, pergaminos de sabiduría y longevidad, son de Jurojin y Fuku-roku-ju.

            -Orimono, rollos brocados utilizados en diversos rituales religiosos, sin propiedades mágicas ni valor aparente exceptuando su valor monetario.



            Así que niños, como siempre os digo sed buenos y si vuestros dioses, alcaldes, doctores o jefes no tienen tiempo para escucharos ¿Porqué no probáis con los shichifukujin? Siete mejor que uno ¿verdad?

4 ene 2017

ESPIRITUS HAMBRIENTOS (2ª PARTE)

           
               Continuamos con los espíritus hambrientos. En el artículo anterior nos centramos en los gaki de la tradición budista pero comprobaréis que el folclore japonés es mucho más rico y variado. Os invito a una velada en el bufete del misterio. Bon apetit!

BEBEDORES DE ACEITE


            En la antigüedad el aceite de ballena era un bien muy preciado. Hasta el desarrollo del queroseno era el principal combustible de las lámparas y su comercio generaba grandes beneficios. Su luz atraía igualmente a insectos, comerciantes, maleantes e incluso criaturas del más allá.

            Dejemos a un lado la entomología y la economía y centrémonos en los amigos de lo ajeno, principalmente en los ladrones de aceite ya sean vivos o muertos. Como ya vimos anteriormente los pecados de los humanos tienen su justo castigo en la otra vida y los infractores son condenados a regresar a este mundo conservando sus malos hábitos. Una de estas singulares criaturas es el  Aburakago o niño del aceite. Este yokai  suele rondar por las lámparas de las casas con el objeto de sorber su contenido. Empieza su aproximación bajo la forma de un hitodama  (almas humanas con forma de esfera ardiente similares a los fuegos fatuos). Una vez que localiza su objetivo se transforma en un niño pequeño y comienza a succionar el aceite del interior de la lámpara hasta vaciarla y luego se aleja volando.




            Caso parecido es el del Abura Sumashi  (exprimidor de aceite) pero en este caso no es un niño, sino un anciano de rasgos grotescos, de cabeza calva parecida a una patata, viste una capa de paja (atuendo que se usaba como impermeable) y porta un bastón sobre el que se apoya.  Las leyendas lo sitúan en el paso de Kusazumigoe que une las poblaciones de Amakusa y Ariake, en la provincia de Kumamoto.  Gusta de robar botellas del aceite que se extrae de las plantas de té de esa zona y asustar a los caminantes haciendo toda clase de inofensivas travesuras.



            Nos encontramos ante una tradición muy localizada, no existiendo ésta fuera de su provincia. El primero que la dio a conocer fue el escritor Yanagita Kunio en su obra ´sobre los yokai´, donde cuenta cómo en una ocasión una anciana y su nieto caminaban por el paso cuando dijo en voz alta ´Acabo de ver una enorme botella de aceite´, a lo que una extraña voz le contestó ´Pues ahora mismo voy a por ella´.

            Ryuichi Hamada, en su revista ´Isla de Amakusa´ vuelve a mencionar al Abura sumashi. Sin embargo ninguno de ellos la describe. El concepto del viejo con bastón, traje de paja y cara de patata es creación del dibujante Shigeru Mizuki. El famoso manga´Gegege no Kitaro´  junto con la película de 1968 ´Yokai Daisensou´ (Yokai Monsters) y su versión del 2005 (La gran guerra Yokai) ayudaron a consolidar esta criatura en el imaginario colectivo japonés.

            En el 2005 se encontraron en las montañas de la zona unas antiguas tallas sagradas, debido a lo recóndito del lugar el alcalde de la ciudad de Amakusa decidió trasladarlas a un punto más próximo de la población. Durante el traslado las cabezas de las estatuas desaparecieron. Todos culparon al Abura sumashi.

Estatuas decapitadas en Amakusa

            A Estas dos criaturas se les suele confundir con los Jiki-kwa-gaki, que comen fuego y se arrojan al interior de las lámparas. Todos ellos son reencarnaciones de ladrones de aceite pero mientras que el origen del mito de los gaki es religioso y sus características están ampliamente documentadas, en el caso de los Aburakago y los Abura sumashi  la fuente es popular y se ha ido trasmitiendo de manera oral.

JIKININKI, LOS NECRÓFAGOS


            A finales del siglo XIII el famoso monje Muso Soseki , el más famoso de su tiempo  y cuyas obras de caligrafía y jardinería zen se conservan aún hoy día, se perdió en las montañas mientras se encontraba de peregrinación por la provincia de Mino. Afortunadamente encontró una de las capillas budistas que tan abundantes eran en aquellos tiempos y allí se dirigió.

            Como vio que estaba habitada anunció su llegada en voz alta. En la puerta apareció un anciano sacerdote que de muy malas maneras le dijo que se buscara otro sitio, quizá en una aldea que había en las proximidades, le indicó donde estaba y sin esperar respuesta volvió al interior de templete.

            No tardó Soseki  en encontrar el poblado, diez o doce casas desperdigadas aquí y allá. Entró en la más grande donde parecía congregarse la mayor parte de la gente. Pidió asilo a un muchacho que aguardaba en la entrada. Los aldeanos acogieron al monje muy amablemente y le proporcionaron alimentos y una cama en una pequeña habitación.

            Durante la noche no pudo evitar oír unos lamentos que provenían de la estancia principal, abrió suavemente la puerta corredera y comprobó que los allí reunidos estaban velando a un cadáver. Al advertir su presencia el joven anfitrión le explicó que él era ahora el hombre de la casa pues el fallecido era su padre que murió esa misma tarde unas horas antes de que llegara el monje y que no le dijeron nada pensando que estaría muy cansado. También le dijo que debían pasar la noche fuera de la aldea, pues esa era la costumbre en ese lugar.

             ´Siempre suceden cosas extrañas la noche siguiente a una muerte´- le dijo con voz grave.

            ´Aunque un hombre santo como vos no temerá ni a fantasma ni a demonio, si es vuestro deseo podéis permanecer en esta casa´- añadió.

            Soseki  se ofreció para realizar los servicios religiosos y velar el cadáver hasta su regreso.

            Recitó las plegarias se sumió en una profunda meditación y así permaneció durante unas horas cuando de repente una figura difusa, como una nube de humo, comenzó a deslizarse en la habitación. El monje comprobó horrorizado que estaba completamente inmovilizado, la cosa se acercó al cadáver, lo alzó sin esfuerzo y empezó a comérselo. No dejó nada, engulló hasta los huesos, el pelo, la ropa, todo. Después se dirigió hasta las ofrendas funerarias y también se las tragó. Cuando hubo terminado con su macabro festín se marchó de la misma forma que vino.



            Cuando regresaron Soseki  contó a los aldeanos lo sucedido la noche anterior que no se sorprendieron en absoluto de sus palabras. Al parecer no era la primera vez que esto sucedía. Cada vez que alguien fallecía la gente se reunía y al caer la noche abandonaba el lugar, al día siguiente el cuerpo desaparecía.

            -¿Es que el sacerdote que vive en la capilla de la colina no oficia funerales?- preguntó Soseki

            - ¿De quién habláis? En la colina que decís no hay ninguna capilla.- le dijeron extrañados.

            El monje aceptó la respuesta sin discutir y se despidió de ellos dando las gracias por su hospitalidad.

            Cuando se hubo alejado lo suficiente volvió sobre sus pasos y se dirigió a la colina y allí volvió a ver la capilla, en esta ocasión el anciano le invitó a entrar. Una vez dentro le dedicó varias reverencias y le pidió perdón vehementemente.

            Soseki  le disculpó y le explicó que no había razón para sentirse avergonzado pues siguiendo sus indicaciones pudo llegar a un pueblo donde le dieron cobijo muy amablemente.

            -No me avergüenzo- dijo -por no haberos acogido, pues no me es posible dar alojamiento a hombre alguno, sino porque anoche contemplasteis mi verdadera forma y os debo una aclaración por ello: Hace mucho tiempo yo era un sacerdote, me encargaba de los oficios religiosos de los pueblos circundantes. Todos acudían a mí y yo les prestaba un buen servicio, mas no había religiosidad alguna en mi proceder ya que yo lo veía como un negocio y muy lucrativo por cierto. Tras mi muerte y debido a mi ambición me reencarné en un Jikininki y por ello me veo obligado a alimentarme de la carne de los muertos. Os ruego buen señor que realicéis una ceremonia de segaki y me liberéis de tan terrible existencia.

            Soseki  accedió, preparó incienso, el arroz que le habían dado los lugareños y un poco de agua . Cerró los ojos y comenzó a rezar. Nada más terminar vio que se hallaba a la intemperie, la capilla había desaparecido. Ante él solo quedaba la lápida de un sacerdote muerto hace ya muchos años.

. . . . . .

            Los Jikininki  son espíritus necrófagos estrechamente vinculados a los Jiki-niku-gaki  o comedores de carne, de hecho se trata de la misma criatura con distinto nombre. Su apariencia es la de un ser humano normal y corriente pero con dientes muy afilados y en ocasiones con dedos como garras. En vida fueron personas codiciosas, son conscientes de su naturaleza y se avergüenzan profundamente de sí mismos. Intentan evitar el contacto con otros humanos y se suelen ocultar en edificios abandonados o en zonas abruptas e inaccesibles. No son muertos animados, son entidades espirituales que se materializan puntualmente para calmar (momentáneamente) su hambre eterna.

AKANAME, REYES DE LA INMUNDICIA


            La suciedad, las impurezas, la desidia, la enfermedad, las plagas y la muerte. Ambiente ideal para atraer a espíritu hambriento en cualquiera de sus variantes, y si el lugar en cuestión destaca en alguno de estos aspectos es muy probable que se quede a vivir en él. Es el caso de los Akaname o libadores de mugre. Son seres repugnantes de baja estatura y con el pelo descuidado y grasiento. Habitan en los baños, especialmente si se encuentran sucios o reciben pocos cuidados. Tienen una lengua muy larga con el que succionan la porquería. Suelen ser bastante tímidos y se ocultarán siempre que les sea posible.



            A primera vista puede parecer un yokai  inofensivo e incluso beneficioso ya que elimina la suciedad pero estos seres entrañan dos grandes peligros, el primero de ellos es que es portador de enfermedades, mientras más tiempo resida en una casa más personas caerán enfermas e incluso morirán si no reciben los cuidados adecuados. El segundo es que atraen a otros seres sobrenaturales no siempre amistosos.

            Es muy sencillo expulsar a un Akaname, basta con limpiar un poco. Una vez que desaparezca la basura la buscará en otro sitio. El socorrido segaki  es siempre eficaz pero como ya dijimos es una medida temporal y si no se cambia de hábitos acabará regresando y la próxima vez es probable que no venga solo.

            El mito del Akaname cobra relevancia durante el siglo XVIII cuando el famoso artista Toriyama Sekien publica su Gazu Hiakki Yako (la parada ilustrada de los cien demonios) pero tiene un predecesor, el Fujo-ko-hyaku-gaki (ver entrada anterior) y un antecesor, la conocida como Toire no Hanako (Hanako la de los retretes).

            Toire no Hanako  es una leyenda urbana que nos habla del fantasma de una chica que se esconde en el cuarto  cubículo de los baños femeninos de las escuelas japonesas. El número cuatro y nueve (shi y ku) se pronuncian igual que las palabras muerte y dolor, el asunto se toma tan en serio que los hospitales de este país no tienen ni cuarta ni novena planta. Para invocarla hay que llamar tres veces a la puerta del servicio y preguntar ´¿Estás ahí Hanako?´  Entonces contestará ´Si, estoy aquí´. En ese momento el invocador tendrá que tomar una decisión o bien dejarla en paz e irse o abrir la puerta. Lo que te aguarda tras la puerta depende de la provincia y a veces de la escuela pero no suele ser agradable. El origen de Hanako es incierto, en algunos lugares se cuenta que murió durante los bombardeos estadounidenses, en otros la presentan como una víctima del acoso  escolar. En todo caso todas estas afirmaciones son pura invención, se trata de una prueba de valor para jóvenes y a veces de una mera broma pesada (alguien se esconde dentro del baño y se hace pasar por Hanako para asustar a los novatos).



             Hay varias similitudes entre Hanako y los  Akaname. Ambos seres viven en un baño y hay más probabilidades de que se manifiesten si el lugar está sucio o descuidado. Además a Hanako se la describe como una chica que viste una falda colorada y la palabra Aka también significa rojo. Es muy probable que Toire no Hanako  no sea más que una evolución del Akaname.

LOS DIOSES DEL HAMBRE


            La siguiente es una de las entidades más peligrosas, malignas y desconocidas de todos los espíritus hambrientos.

            Hablo de los Hidarugami  cuyo nombre lo constituyen las palabras Hidaru  del verbo hidarui, que en el dialecto de la prefectura de Gifu, en el centro de Japón, significa hambre y kami  que significa Dios. Este término puede inducir a error ya que la palabra Kami  también puede traducirse como ´ser superior´ por lo que no debe interpretarse que estas criaturas tengan origen divino.

            Los hidarugami  son espíritus de aquellos que murieron de hambre mientras deambulaban perdidos por las montañas. Fallecieron solos, sufriendo, posiblemente sintiéndose abandonados y odiando al resto del mundo. No recibieron los rituales apropiados, nadie les buscó, se convirtieron en muembotoke (muertos sin familia). Ninguno de ellos cometió pecados tan graves como para no poder reencarnarse pero la puerta hacia una nueva vida se les cerró para siempre. No son fantasmas vengativos pues a nadie  pueden culpar de su desgracia. No son demonios aunque sientan el mismo rencor por la raza humana. No son lastimosos gaki que penan por algo que llevarse a sus patéticas bocas. Son algo más, la gente, temerosa, les llama dioses pero ellos no quieren tu respeto, ni tu miedo, ni siquiera te buscan a ti pero reza por que nunca te cruces en su camino pues te consumirán como quien exprime una naranja, ellos no tienen hambre, ellos son el hambre misma.  

            Los Hidarugami  no tienen forma física. Atacan a sus víctimas mediante la posesión. Los afectados sufren hambre y fatiga repentinas así como desorientación y rigidez muscular, en algunos casos el vientre del desdichado se hincha de manera grotesca. Otras veces el poseso puede actuar de manera muy violenta, si no viaja solo y su compañero ha comido algo, por poco que sea, se abalanzará sobre él y le desgarrará el abdomen hasta vaciarle el estómago.

            Siempre atacarán en grupo, llegando a poseer a varias personas simultáneamente y aquellos que no logren sobrevivir se unirán a la siniestra comitiva.



            Combatirlos es relativamente sencillo, basta con llevarse un puñado de comida a la boca y no dejar de masticarla hasta abandonar su área de influencia, la cual nunca abandonarán.

            Los sucesos más antiguos de que se tiene constancia se remontan al año 1736 cuando un hombre llamado Senkichi  fue hallado medio muerto en un paso de montaña, tras recuperarse el hombre explicó lo sucedido y los habitantes del lugar identificaron en su testimonio el ataque de un Hidarugami. Mucho tiempo después, en 1861 un comerciante que atravesaba las montañas en dirección a la antigua ciudad de Onohara (la actual Kanonji, en la isla de Shikoku) salvó la vida al conseguir llegar exhausto y a rastras a un templo cercano. Contó que apenas una hora después de comer sufrió un hambre repentina y totalmente desproporcionada y que sintió cómo le abandonaban las fuerzas.

            El caso más impactante es sin duda el que acaeció el 23 de julio del año 2001 en las cercanías del monte Haku, situado entre las prefecturas de Ishikawa y Gifu. Dos turistas australianos, Thomas Harris de 31 años y su novia Evelyn Nguyen de 25 decidieron acampar en el interior del bosque próximo al monte. Aunque la zona contaba con varias zonas de acampada gratuitas, servicios para visitantes, información turística sobre rutas y medios de transporte la joven pareja tenía sus propios planes.



            Al día siguiente se dio aviso a las autoridades de un macabro hallazgo. No muy lejos del camino principal yacían los cuerpos sin vida de Thomas y Evelyn . A él lo encontraron fuera de la tienda de campaña, en sus manos sujetaba una bolsa de patatas a medio comer. Ella estaba tendida en el interior, rodeada de envoltorios de chocolatinas, aperitivos y una docena de botellas de agua vacías.

            Cuando la prensa habló con el responsable de la investigación, el señor Takahashi Akira, averiguaron que no había signos de violencia en el lugar de los hechos y que se barajaba la posibilidad de envenenamiento o sobredosis. El resultado de la autopsia dejó atónitos a propios y extraños, causa de la muerte: inanición. La doctora Aihara Mitsuko, encargada de examinar los cuerpos, reveló que tanto los intestinos como los estómagos de la pareja estaban completamente vacíos y presentaban un avanzado estado de deshidratación, sin embargo se encontraron restos de comida reciente entre los dientes de los fallecidos.

            La prensa no dudó en culpar a los cuatro chicos que encontraron a los turistas. El señor Takahashi  se apresuró a desmentir este rumor, no tenía sentido pues Evelyn  apareció acostada y no había sido forzada, además las pertenencias de los dos chicos permanecían intactas. Nadie se explica cómo pudieron, en una sola noche, morir de hambre.

            Un año después un periódico local publicó un titular que decía ´¿Los hidarugami  matan a dos personas? Un año sin respuestas´.
El caso sigue sin resolver, solo existe una explicación posible, pero nadie la creería.

EL COME-SUEÑOS

           
            He querido dejar al Baku  en último lugar por ser la única criatura abiertamente benigna. Su dieta es muy peculiar: se come las pesadillas.

            Las descripciones del baku son de lo más bizarras: cuerpo de oso, pies de tigre, trompa de elefante, cola de buey y ojos de rinoceronte (¿Alguien dijo Quimera?). Lo cierto es que este animal... !si, es un animal!... existe, es tan real como el plato de lentejas que me acabo de comer. Señoras y señores el baku no es ni más ni menos que un tapir. ¿Alguien no sabe lo que es un tapir? No os preocupéis, a continuación os mostraré una foto del bicho y una vez la examinéis bien volved a leer la descripción, observad el cuerpo, las patas, la trompa, la cola, los ojos... curioso ¿verdad?



            ¿Y cómo se comportan estos seres? Pues empecemos por el principio. En la antigua China, durante la dinastía T´ang (siglos del VII al X más o menos) los afortunados propietarios de un tapir empezaron a darse cuenta de que dormían divinamente y que nada perturbaba sus sueños (de hecho no tenían, se los comía el bicho) otros los usaban como almohada, sus curvadas formas se amoldaban al cuello a la perfección y además estaban calentitos. De repente todos querían uno. La gente como loca preguntaba a los comerciantes más reputados pero oh desgracia, las existencias de baku  se habían agotado y con esto de las guerras intestinas cualquiera era el listo que se atrevía a cruzar la frontera. Así que tuvieron que ingeniárselas para beneficiarse de los que ya vivían entre ellos. Algunas familias encargaron pinturas con su imagen otros compraron preciosas almohadas con la forma de un baku. Los más humildes, cuando tenían una pesadilla, simplemente repetían tres veces ´Baku cómete este sueño´ ¿Y sabéis qué? !Funcionaba!!El baku acudía allá donde lo llamaban, llegaba durante la noche y se comía tus malos sueños. Los demonios y espíritus malignos se negaban a entrar en las casas donde hubiera algún tipo de representación del baku. !Era... como robarle el wifi a tu vecino! Pero el abuso tiene siempre sus peligros, los baku comenzaron a ser más exigentes, si se le llamaba por alguna banalidad y no se sentía saciado el animal seguía comiendo y cuando acababa con tus miedos absorbía también tus anhelos y tus esperanzas convirtiéndote en una persona fría y gris, un hombre sin sueños.



            Otras veces podían negarse por razones que ni nosotros mismos llegamos a entender del todo. Por ejemplo recuerdo una historia, ocurrida ya en Japón durante el siglo XIV en la que un noble señor invocó al baku a raíz de unas pesadillas recurrentes que le atormentaban cada noche, el animal apareció y el señor le explicó que mientras dormía presenciaba su propio funeral, veía su cuerpo inerte ante él rodeado de mujeres compungidas. Las damas al verle a él (al vivo) se asustaron y una tras otra abandonaron la estancia hasta dejarlo solo consigo mismo. Un gran aura de maldad inundó la habitación, se podía respirar. Las manos del muerto se agitaron espasmódicamente y el señor, paralizado por el miedo no pudo apartar la mirada. Los párpados se abrieron y el difunto se abalanzó hacia el vivo intentando estrangularle.  El señor lo apartó de un fuerte empujón y de súbito una poderosa hacha se materializó en sus manos. Arma que no dudo en utilizar contra su siniestro agresor. Descargó la hoja con furia una y otra vez hasta reducir a su oponente a una masa sanguinolenta. Después de aquello siempre se despertaba, y gritaba ´Baku kurae! Baku kurae! Baku kurae!´ (baku cómete mi sueño).



            El Baku , tras escucharle pacientemente dijo ´No lo haré, no me comeré ese sueño tuyo´. El señor no daba crédito a lo que estaba oyendo y le reprochó ´¿Pero qué me estáis contando Baku-san?´  El ser, haciendo gala de una paciencia infinita le explicó. ´Amigo, yo nunca como sueños felices, el arma es el hacha de la buena ley, el gran Buda te la envió para acabar con el YO que te atrapa en esta existencia material. Enhorabuena buen señor, la fortuna os sonríe, disfrutad de vuestro sueño´. Y se esfumó volando por la ventana y dejó a nuestro querido señor con una media sonrisa muy parecida a la de la estatua de buda que hay en el templo Toji, esa que está justo al entrar a la derecha, no, lo rojo es un buzón, está justo detrás, ahí, esa es.

            Pues así por encima os he explicado la vida y milagros de una especie en peligro de extinción, no me refiero al baku, hablaba de los soñadores. Yo intento con toda mi alma seguir soñando pero las pastillas de colores que me manda mi psiquiatra me provocan alucinaciones con sabor a limón y hasta he llegado a ver naves arder más allá de la puerta de Tanhauser, no me extraña que mi pobre baku  haya pedido la baja por agotamiento nervioso.




            Espero que tras este desfile de monstruos infectos haya podido en el último momento haceros sonreír. Si habéis aguantado leyendo hasta el final os lo merecéis.  Felices sueños amigos, y hasta la próxima.