12 abr 2017

LA TRAGEDIA DE KESA GOZEN



UN ENCUENTRO INESPERADO


            Era uno de esos gloriosos días de primavera, el sol brillaba con fuerza y las calles de Osaka bullían de actividad. Un grupo de monjes procedentes del templo de Tennoji  desfilaba con gran parsimonia. Se dirigían al nuevo puente, allí se unirían a las autoridades locales. La multitud se agolpaba curiosa, contemplaban con admiración y en algunos casos con cierta envidia los coloridos vestidos  elaborados con costosas telas que lucían las damas de la corte allí presentes. Los caballeros exhibían orgullosos sus blasones, uno de ellos presentaba un aspecto particularmente fiero, su hirsuta barba ocultaba una enorme cicatriz, otro cubría la cuenca vacía de su ojo izquierdo con un parche metálico se jactaba de sus hazañas en la última guerra. Los nobles de la corte, embutidos en sus sofisticadas vestimentas de seda, se abanicaban acalorados  y aparentaban asombrarse cada vez que alguno de aquellos brutos fanfarrones describía cómo y de qué manera había acabado él solo y sin ayuda de nadie con decenas de enemigos.

            Corría el año 1160 y no hacía mucho que había finalizado la revuelta de Heiji, en ella Minamoto no Yoshimoto  y Fujiwara Nobuyori  aprovecharon queTaira no Kiyomori , el señor más influente de la corte, se encontraba de peregrinación en Itsukushima para atacar el castillo de Sanjo , residencia de la familia imperial en Kioto , y organizar un golpe de estado. 

            Kiyomori  acabaría derrotando a los rebeldes en la batalla de la puerta de Taiken, en la ciudad de Rokuhara, aprovechando la coyuntura para hacerse él mismo con el poder y convertirse así en el primer shogun  de Japón.

            Moritou  se impacientaba cada vez mas. A sus veintidos años prefería estar practicando con el arco o cabalgando con su caballo en lugar de asistir a la inauguración de un puente que nada tenía de especial. Detestaba aquel tipo de ceremonias, las consideraba una pérdida de tiempo pero aunque logró destacar en el último conflicto, pues fue él quien descubrió y acabó con el traidor Manasaka, su posición era todavía baja y su presencia allí era más exigida que deseada. Hacía mucho que no visitaba la ciudad, sus obligaciones marciales le habían mantenido alejado durante varios años, la abandonó siendo un escuálido imberbe y ahora regresaba convertido en todo un hombre. Había conocido la privación, el gozo, el dolor y la sangre, había administrado muerte y logrado victorias para su clan. Su pecho rebosaba de pasión, un sentimiento que debía reprimir mientras permaneciese allí, rodeado de pusilánimes pretenciosos de ricos ropajes y pobres de espíritu.

            Pero fue entonces cuando entre tanta filigrana una luminaria vino a cegar sus ojos. La vió llegar escoltada por dos vasallos. Caminaba como flotando destilando elegancia y con una gracia que rivalizaba con la misma diosa Amateratsu. Otros a su alrededor pretendían no verla mas se apartaban reverencialmente a su paso. Moritou saltó como un gato enjaulado al que acaban de liberar. ´!Kesa-chan!, !Kesa-chan!´- exclamó.

            La dama se giró sorprendida. ´!Moritou-kun!, ¿Eres tú primo?´. Los vasallos se miraron sorprendidos sin saber muy bien qué hacer.


Moritou y Kesa se reencuentran.

            A punto estuvieron de abrazarse pero el decoro y los presentes ,que ahora les miraban descaradamente arropados por el anonimato que otorga la muchedumbre, impidieron todo contacto físico. Aún con todo la familiaridad y cariño con la que cruzaban miradas y palabras escandalizó a muchos.

            Moritou quedó huerfano a muy temprana edad y fue adoptado por la madre de Kesa. Hacía casi siete años que no la veía y estaba incluso mas hermosa de lo que la recordaba. Eran apenas unos niños cuando les separaron, el señor del clan le reclamó para servir en el castillo y recibir formación militar. 

            Crecieron juntos y con el tiempo acabó enamorandose de ella y aunque era cinco años mayor que ella decidió que algún día sería suya. Antes de partir habló con su tía y le pidió permiso para desposarla cuando terminara su servicio. La madre de Kesa accedió pero no contento con eso le hizo prometer que mantendría su palabra, a su tía le resultó ingenua la osadía del joven y lejos de ofenderse se compadeció de él.

            Hablaron largo rato de sus vidas, ella le contó que en mas de una ocasión temió por su vida y que cada vez que llegaban noticias de una batalla pedía a los dioses que le protegieran. Él por su parte le narró sus aventuras haciendo hincapié en sus hazañas y evitando cuidadosamente detalles escabrosos o poco elegantes.

            Moritou se sentía enormemente feliz, una enorme sonrisa recorría su cara de parte a parte y Kesa, consciente de ello, se cubría a veces el rostro para ocultar su sonrojo.

            Entonces el joven se armó de valor y propuso escoltarla hasta su casa y así presentar sus respetos a su madre. Sin embargo ella se excusó diciendo que ya no vivían en la antigua casa, sino en otra situada en un barrio noble de la capital y que antes de admitir visitas debía pedir permiso a su marido.

            ´A tu...´- de súbito un nudo le atenazó la garganta.

            ´Es el noble Watanabe Wataru, seguro que no pondrá objeciones en recibir a un gran guerrero como vos, Moritou-san´.

            De súbito el aire entre ambos pareció congelarse, uno de los vasallos intervino recordándole a la dama que tenía obligaciones que atender. Ambos se separaron como si en mitad de los dos hubiera caido un rayo. Kesa hizo una breve reverencia y él afirmó torpemente. Al pasar por su lado el vasallo le dedicó una mirada socarrona. 

Moritou descubre que su prima está casada.

            Moritou  permaneció allí un rato más, y aunque seguía sonriendo su cara adquirió el tono pálido de los muertos, una sensación helada le recorrió la espalda y notó cómo una garra invisible le oprimía el corazón. Seguía allí, rodeado de gente pero  ya no oía nada, no veía nada, los monjes entonaron sus cánticos sagrados, en kannushi  bendijo el puente, la gente estalló de júbilo, la fiesta dió comienzo y el joven Moritou enloqueció.



OBSESIÓN


            -´¿Y porqué decidisteis ir a vivir al lejano norte?´- preguntó una cortesana.

            No deberíais de importunar a la dama Koromogawa, os ruego que os comportéis Otose-san´-  censuró rápidamente otra.

            -´No seáis tan severa Takamoto-san´- replicó la mayor de las tres - ´La buena de Otose-san siempre ha sido curiosa como un gatito y aun así son adorables ¿no os parece?´.

            Koromogawa derrochaba elegancia incluso a la hora de regañar, siempre se mostraba cortés y comedida, no era de extrañar que muchos se asombraran al enterarse que había pasado la mayor parte de su vida en las indómitas regiones septentrionales donde las tribus salvajes apenas habían sido pacificadas.

            Tanto mi padre como mi marido eran vasallos de Ota Dokan, gobernador de Mutsu. Ambos cometieron seppuku cuando su señor cayó. Mi hija Atoma era apenas una recién nacida, y al no tener más familia que ella decidí permanecer en aquellas tierras´.

            -´¿Vuestra hija Atoma?´- interrumpió Otose -´Os referís a Kesa, ¿verdad?´.

            -´Así es, Atoma es su verdadero nombre, y Kesa es solo un apodo, Koromo significa túnica, y Kesa significa estola, así es como mi marido solía dirigirse a nosotras y en su honor decidí conservarlo.´

            -´Pero al final os trasladasteis a la capital´- dijo Takamoto.

            -´Si, cuando el noble Watanabe Wataru contrajo matrimonio con mi hija le acompañamos a la capital, desde entonces vivimos aquí´.

            Unos gritos en el exterior interrumpieron el cordial ambiente, 

            -´!!Koromo, Koromo, salid a recibirme o yo mismo atravesaré la puerta, Koromo, no te escondas vieja zorra!!´.

            Las damas se alborotaron, las dos más jóvenes se abrazaron mientras que la aludida lejos de amedrentarse se puso en pie y aproximandose a la puerta contestó:

            ¿Quién es aquel que se atreve a irrumpir en esta casa y turbar la paz de los que en ella moran?´

            Soy Endo Moritou, tu sobrino. Es vergonzoso que ya me hayas olvidado, aunque por lo que veo no es lo único que tu senil cabeza ha pasado por alto´- exclamó el intruso.

            Con un rápido gesto, Koromo  ordenó a las damas que abandonaran la habitación por una puerta trasera, cosa que hicienron sin dudar, a continuación se acercó un poco más a la entrada y sin abrir exclamó:

            -´El señor de la casa no se encuentra en estos momentos Moritou-san, os ruego que os marchéis de inmediato´

            El hombre atravesó la puerta corredera haciéndola añicos, la vieja dama trastabilló y cayó al suelo.

            Moritou  desenvainó su espada y la alzó sobre su cabeza

            -´!Prepárate para morir, ahora sois mi enemiga, como guerrero no puedo permitir que mis rivales permanezcan con vida ni un solo día!´.

            Koromo  se protegió el rostro con las manos y preguntó gimoteante:

            -´¿Pero qué mal os he causado para que  deseéis mi muerte?´.

            -´Hace cinco años, antes de que me marchara os pedí a vuestra hija en matrimonio y vos aceptásteis. Ahora que estoy aquí encuentro que Kesa es la esposa de otro. Sabéis bien que siempre la he amado . Al volver a verla ha renacido con fuerza en mí ese sentimiento. Estoy enfermo, me corroe la desesperanza, me hiere el despecho, me habéis ultrajado . !No puedo vivir sin ella, y no lo haré, me quitaré la vida pero antes os arrebataré la vuestra!´.

            El airado guerrero se dispuso a asestar el golpe fatal cuando se vió interrumpido por la joven Kesa, que había permanecido en todo momento en la estancia contigua. Entró en la habitación y se interpuso entre su madre y Moritou.

            -´!Perdonad  a mi madre, os lo suplico!´- gritó Kesa con el rostro bañado en lágrimas.

Kesa ruega por la vida de su madre.

            El agresor relajó el rostro, el fuego desapareció de sus ojos y diríase que la cordura regresó  a su torturada mente. Kesa aprovechó el momento para hacer salir a su madre. 

            Una vez estuvieron los dos solos y llorando desconsolada se arrojó a los brazos de Moritou.

            -´Siempre os he querido primo mío, si es cierto que me amáis perdonaréis a mi buena madre...´- hizo una pausa y le susurró -´...y mataréis a mi marido´.

            Morito , la miró estupefacto, como si no terminara de creerse lo que acababa de oir.

            -´Pero como...´

            -´Acudid a mi casa mañana por la noche, saltad por la pared trasera, daré a mi esposo sake suficiente como para que no se despierte, no os preocupéis por la oscuridad, le convenceré para que se lave el pelo antes de acostarse, así tan sólo con el tacto podréis reconocerle. Aseguraos de hacer bien vuestro trabajo, cortadle la cabeza´.

            Moritou  no supo que decir, la frialdad de Kesa le dejó atónito, sentía una fuerte opresión en el pecho mezcla de miedo y emoción. Ella le amaba y haría todo lo que le pidiera, incluyendo el asesinato.



EXPIACIÓN


            Kesa estaba preciosa esa noche, vestía su mejor kimono, había perfumado su pelo y maquillado sus mejillas. Wataru, su marido no podía dejar de mirarla. Había despedido a los sirvientes y ella misma era la que le servía. El conjunto representaba una estampa idílica, una mujer cuya belleza haría palidecer a los mismos dioses, un pedacito de gloria que iba llenando grácilmente una y otra vez su copa, el bebía y compartía la mitad de su contenido con ella, cruzaban sus miradas y rozaban sus manos. La adoraba y era correspondido, se sentía el hombre más afortunado del mundo. El suyo había sido ren-ai, un matrimonio por amor. Kesa pertenecía a una casta inferior, casi todos sus parientes habían perecido en la guerra, malvivía gracias a un insignificante estipendio. Desoyendo los consejos de sus familiares pidió su mano, la madre no puso objeciones y a ella no pareció desagradarle la idea. Siempre la trató con gran respeto, como una igual. Era consciente de las habladurías que corrían por la corte, que lo tachaban de demasiado condescendiente con su esposa pero nunca nadie se había atrevido a decírselo a la cara. No le molestaban los rumores, conocía bien su verdadero nombre: envidia, celos y rencor. 


Kesa se despide de su marido.


            Kesa no pudo reprimir un ligero gemido. Wataru se inquietó y preguntó si había dicho o hecho algo que la hubiera molestado. 

            -´En absoluto esposo mío, es que soy tan feliz...´- dijo tras rellenar su cuenco, luego añadió ´amor mío es casi medianoche y estoy algo cansada, te ruego que hoy durmáis en las estancias interiores, esta noche deseo estar sola´.

            Wataru asintió y apuró su copa de un solo trago, luego le dedicó una gran sonrisa de modo que no se sintiera culpable por tan osada petición.

            -´Querido, antes de retiraros quisiera daros las gracias por todo el bien que me habéis hecho, recordad que siempre os he amado, a vos y a nadie más´.

            Wataru le acarició el pelo con ternura. En ningún momento se imaginó que aquello era una despedida y que esa sería la última vez que la vería.
            Ya a solas Kesa se desvistió, llenó un barreño de agua y sumergió en él su larga cabellera...

Kesa se lava el pelo

            Una figura embozada se deslizó por entre las sombras. Con sumo cuidado palpó la almohada hasta que notó humedad en sus dedos. La luna recorrió el filo de una espada, se oyó un ruido sordo, luego silencio. El intruso introdujo su ansiado trofeo dentro de un furoshiki (pañuelo usado como bolsa) y se esfumó tan furtivamente como había venido.

            Una vez se hubo alejado Moritou se detuvo para contemplar la cabeza de su ahora difunto rival, al abrir el sanguinolento paño  profirió un grito de horror:

            -´!!!KESAAAAA!!!!!!´


Moritou hace un terrible descubrimiento.

            A la mañana siguiente el asesino confesaba su crimen a un atribulado Wataru. Le ofreció su sable para que con él dispusiera de su vida como compensación. El viudo pasó a su lado y sin mirarle dejó caer una carta:
            ´A la dama Koromogawa, de tu hija Watanabe Atoma.

Siempre he escuchado que la belleza de una mujer arrastra a muchos hombres al pecado. Temo que la vida de muchas personas corren peligro por mi culpa. Madre, sé que sufrirás mucho si muero, me apena mucho pensar en el dolor que pueda causarte. Pienso expiar mi falta con la muerte. Os ruego que recéis por mi alma cuando me haya marchado. Por favor no lloréis, puedo entender vuestro dolor y es el único pesar que siento en este momento.´

            Wataru miró al cielo y dijo:

            -´Nosotros somos los únicos culpables, vos por desear lo que no os correspondía y yo por no haber sabido protegerla, propongo que nos desprendamos de nuestras posesiones terrenales, abandonemos  nuestros nombres y como penitencia dediquemos el resto de nuestra existencia a purgar nuestros pecados´.

            Y así lo hicieron, el noble Wataru Watanabe y el guerrero Endou Morito  renunciaron a todos sus títulos y cargos, regalaron todas sus riquezas y se ordenaron monjes, pasaron el resto de sus días rezando por el alma de Kesa.


EPÍLOGO


            La de Kesa-gozen es una historia real incluida dentro del Gempei Seisuiki  que es la versión extendida del Heike Monogatari  o crónicas del Heike formada por un total de cuarenta y ocho libros. Los hechos son narrados por un monje llamado Mongaku. De él se decía que enloqueció tras decapitar a su amada. Tras cometer tan aborrecible crimen escapó a las montañas portando la cabeza de su víctima y la custodió hasta quedar irreconocible debido a la descomposición. Se rapó el pelo y se enclaustró en un monasterio hasta que lo abandonó para participar en la siguiente guerra del lado del clan Minamoto  como yama-bushi (monje guerrero). Destacó por su bravura y su extraña costumbre de decapitar a sus enemigos al grito de ´!Atoma!´  quizá con la esperanza de volver a ver en aquellas cabezas  el rostro de su amor.

            Tras la derrota del clan Taira llegó a ser amigo y consejero personal del shogun Minamoto Yoritomo.

            Y si, no hay que ser muy listo para deducir que el verdadero nombre del monje Mongaku era Endo Moritou.

            Esta historia fue llevada  al cine en el año 1953 bajo el nombre de ´La puerta del infierno´, ganó dos oscar (mejor película extranjera y mejor vestuario) y una palma de oro en el festival de Cannes.

            El argumento se diferencia de la historia clásica en que Moritou y Kesa no son parientes y nos muestra a un Wataru  consciente del interés de éste por su esposa.

            Por otra parte, en la obra de teatro Kabuki  ´Nachi-no-taki chikai no Mongaku´ (El monje Mongaku en la catarata de Nachi). El protagonista es perdonado por dos espíritus (¿uno de ellos puede ser Kesa?) tras someterse a una dura penitencia.

El monje Mongaku es perdonado.

            En cualquier caso la historia de Kesa-gozen es un ejemplo del ideal de ´mujer samurai´. Siendo capaz de anteponer el deber a sus intereses, pasiones o sentimientos personales llegando a realizar el mayor de los sacrificios.

            Por otra parte Moritou encarna la fuerza bruta y las pasiones incontroladas, es la antítesis de Kesa y sus destinos son por tanto opuestos, mientras que ella alcanza la paz a mediante su muerte, él es condenado a una vida de arrepentimiento, locura y penitencia perpetuas.

            Como conclusión y a modo de reflexión personal Kesa es una de las mayores heroínas de la historia japonesa sin caer en el manido estereotipo de la ´princesa guerrera´ (que las hubo y muchas). Ser mujer no significa dejarse crecer los pelos de los sobacos y teñirselos de azul, ni pintarrajearse los pechos con frases obscenas, no es hablar con palabras que no existen con tal de paliar un profundo complejo de inferioridad.

            Una mujer es sencillamente aquello que un hombre jamás llegará a ser y Kesa-gozen es un clarísimo ejemplo de ello.

            Sed felices.