11 jun 2016

TRES TIPOS DE SOLEDAD


                   Hoy trataré el tema de la soledad en Japón representada en este caso por tres especímenes muy particulares, espero que el artículo de hoy os haga pensar, os guste y ayude a paliar tanto vuestra soledad como la mía. Gracias.

O-HITORI-SAMA


                 ¿Qué puede hacer que una persona elija voluntariamente el estar sola? ¿Libertad? ¿Añoranza? ¿La lenta espera de un final digno?

            Este grupo se divide en dos tipos muy diferenciados aunque es probable que con el paso de los años los pertenecientes a uno terminen formando parte del otro.

            Empezaremos por lo que en los países angloparlantes se conoce como  “forever alone”. Se asemejan bastante aunque como todo en Japón tiene una razón de ser propia.

            Son personas que han decidido no vincularse a otra, prefieren vivir su vida en soledad  antes de tratar de amoldarse a una sociedad en la que no se sienten realizados. Nunca se casan, no tienen hijos, son autosuficientes y raras veces solicitarán ayuda, aunque la aceptarán amablemente si se les ofrece. Gustan de rondar por lugares tranquilos, les encanta leer, ir al cine, teatros y demás espectáculos. Disfrutan la vida a su particular modo y poco les importa lo que otros hablen de ellos.

            Suelen tener un gran nivel intelectual, solitarios pero no uraños, a pesar de lo que se pueda pensar son muy abiertos, extrovertidos incluso. Les encanta una buena conversación y aceptarán encantados a que les invites a cenar.

            Rechazan el compromiso, no les importará iniciar algún tipo de relación contigo pero para ellos no es más que  “una parte del camino que hemos decidido caminar juntos”. No son fríos ni insensibles, prefieren despedirse de ti con un abrazo y un “hasta siempre” y no con una amarga ruptura llena de lágrimas. Cuando os separéis no te olvidarán, no serás “uno más”, a partir de ese momento formarás parte de sus recuerdos, y los atesorará con celo hasta el final de los días.

Ven, acércate, caminemos juntos un rato.

            El segundo tipo son los denominados “venerables”, el término “o-hitori-sama” se refiere más  este grupo que a los anteriores. El prefijo “O-“ se añade a una palabra para ensalzarla, “hitori” significa solo y el sufijo “-sama” es la más alta muestra de respeto.

            Son ancianos que han decidido morir en sus hogares. Suelen haber vivido durante toda su vida en el mismo lugar o han sido muy felices con otra persona a la que amaron muchísimo. Sus casas están plagadas de recuerdos, fotografías, antiguos libros y ropas viejas aunque cuidadas con mucho mimo. Rechazarán rotundamente el traslado a una residencia para mayores. Aguantarán estoicamente la enfermedad y las taras de la edad, procurarán mostrarse fuertes ante sus vecinos y no causarles ningún problema, no ya tan solo por educación como para evitar que otros se preocupen “demasiado” por ellos.

            Muchos han roto con sus familias en parte por la testarudez de estos ancianos en parte por el egoísmo de una familia demasiado ocupada o poco interesada en estar pendientes de alguien que poco le queda por aportarles. Otros son aquellos que pertenecieron a ese primer grupo descrito antes, solitarios sin hijos. Estas personas suelen haber ahorrado durante todas sus vidas, creando fondos de pensiones con los que pagan para que otras personas cubran sus necesidades si llegado el día no pudieran hacerlo por sí mismas. No se preocupan por el futuro de sus posesiones materiales, raras veces suelen hacer testamento, desean dejar esta vida en silencio, no se ven obligados a dejar legado alguno. Son conscientes de que algunas molestias serán inevitables al final de sus días, las compensarán con sus propiedades. Abandonarán este mundo sin deber nada a nadie, sin remordimientos, sin pena y sobre todo contentos por haber vivido según sus normas y no al compás de las de otro.

Yo estoy vivo, pregúntate, ¿lo estás tú?

            Hubo un gran señor llamado Mori Motonari  cuyo lema era “Vive bien, muere bien”. Los o-hitori-sama son un ejemplo vivo de ello.

HIKKIKOMORI


                 Estos son los “raritos”. Son jóvenes que viven apartados de la sociedad real (que no virtual). Estos chicos no son como los “ni-ni” (ni estudian, ni trabajan) de otros países, aunque cierto es que no hacen ni lo uno ni lo otro.

            No producen nada, no tienen un futuro claro, han abandonado sus carreras y su mundo se limita a las  cuatro paredes de su habitación, bueno, la habitación de la casa de sus padres, pues es ahí donde viven. Un hikkikomori es un parásito en toda regla, la cucaracha que sabes que está detrás del fregadero y que trata de esconderse para que no la veas. Solo abandona su refugio en el caso de que el dormitorio no disponga de inodoro, pedirá comida pero no la exigirá, se cambiará muy poco de ropa y la que está sucia la dejará hecha un montón al lado de la puerta, sabe que alguien vendrá a limpiársela.

            Se pasan días enteros (incluido noches) frente al ordenador o usando sus dispositivos móviles. En el mundo virtual son “personas importantes”, expertos en videojuegos, actualizan diariamente sus cuatro o cinco blogs, moderan un par de foros al mismo tiempo que graba un podcast.

            Estas personas son siempre enfermos mentales, pueden haber sido objeto de abusos escolares, agorafóbicos, adictos a internet o sufrir cualquier otro transtorno de la personalidad.

            Para la familia, en especial para la madre, la cual es la responsable última de la educación de los hijos, supone una desgracia el tener un hikkikomori en casa. Llegando al extremo (sin exagerar lo más mínimo), el desear la muerte de su propio hijo. Todos sabemos que la sociedad japonesa es muy competitiva y la reputación es el pilar en el que se asienta el futuro de todos los miembros de la familia. Algunas madres se ven obligadas a aceptar trabajos a tiempo parcial para poder sufragar los gastos de su hijo y lo hace con la pena de saber que no se trata de un bache económico pasajero, sino que su hijo es incapaz de valerse por sí mismo, y lo que es peor, no tiene intención de cambiar.

!!!DEJADME EN PAZ!!!

            Las empresas japonesas suelen inmiscuirse sin ningún pudor en la vida personal de sus empleados, y aunque raras veces intervienen si que tienen en cuenta la situación emocional de cada asalariado “por el bien de la productividad”. El que se sepa que un padre tiene a un “parásito” en casa no le hará ningún bien pues alguien que no ha sido capaz de poner orden en su propio hogar no es la persona idónea para asumir responsabilidades.

            Con la globalización (esa palabra que para algunos es poco menos que el demonio) y la proliferación de las nuevas tecnologías el fenómeno de los hikkikomori ha dejado de ser exclusivo de Japón y se han dado casos a lo largo y ancho del planeta.

            Se han abierto numerosos centros de “desintoxicación” aunque esto no soluciona el problema, es verdad que son adictos a la tecnología pero casi siempre hay otra causa, oculta o no, que impulsa a estas personas a comportarse de esa manera. La psiquiatría moderna es perfectamente capaz de lidiar con esta psicopatía y recibiendo el tratamiento adecuado la recuperación está casi asegurada.

HIMONO ONNA


                 ¡Las chicas! Son sin duda mis favoritas. Mientras que entre los ohitorisama hay tanto hombres como mujeres y los hikkikomori son en su mayoría hombres jóvenes las himono onna es un “club” exclusivamente femenino.

            Himono onna “chicas pescado seco”. Perfil: Mujer japonesa, trabajadora, edad treinta y tantos. Soltera, sin hijos, vive en un apartamento alquilado, nivel social: medio-alto, ingresos: medios. Peculiaridades: olor corporal desagradable, ausencia de maquillaje, lata de cerveza en su mesa de trabajo (restos del día anterior). Pelo largo con las puntas abiertas.



            Señores, ¿no me negarán que es un encanto?

            Son de mujeres que ya superada la treintena no han logrado casarse. Quizá esto no os resulte nada raro, la situación socio-económica y el cambio en nuestras formas de vida ha dilatado la edad en la que solemos contraer matrimonio pero, como no, esto es Japón y aquí hay que adaptarse.

            Los japoneses apenas han variado sus usos y costumbres durante los últimos siglos, solo las han decorado un poco y han moldeado los “avances del mundo moderno” a sus propias necesidades y forma de ser y no al contrario como en el resto de naciones.

            La mujer se labró su propio camino en el ámbito laboral pero éste sigue siendo territorio masculino, ellas participan pero son sólo invitadas. Sus jefes suelen hacer de “celestinos” improvisados, presentarán a sus empleadas numerosos pretendientes y organizarán actos sociales con el fin de que quizá con algo de suerte surja alguna relación. Si hay boda vivan los novios, aumento de sueldo para él y finiquito para ella.

            Nadie va a despedir a una mujer por el hecho de que no se case y supere los treinta años pero todos empezarán a mirarla como un bicho raro. Esto no quiere decir ni que se la discrimine ni margine ni nada por el estilo aunque los hombres comenzarán a “mostrar menos interés” en ella y las mujeres, bueno, las mujeres son mujeres...

            Esto no pasa desapercibido para estas “solteronas”, saben que los demás cuchichean a sus espaldas y a ella “se le pasó el arroz”. Es posible que nuestra chica favorita fuese demasiado “selectiva” cuando más joven y se creyó la más guapa del baile, rechazó incontables pretendientes y la dieron por imposible. Quizá arrastraba un complejo que no supo administrar y que le impidió demostrar todo lo que valía. O lo mismo era extremadamente tímida y su primer amor nunca la invitó a salir.

            El caso es que la carroza con su nombre iba vacía y el cochero le dijo que el príncipe azul se había largado con todo el dinero y a ver quien le pagaba a él la bajada de bandera.

            La pequeña sardinita se fue a casa con el corazón roto y un pack de 12 cervezas. Desde entonces decidió perseguir su sueño...durmiendo, no entendió bien cómo funcionaban estas cosas y por eso cada tarde, cuando llega a casa bebe hasta perder la consciencia, mientras tanto comprueba si queda algún trozo de pizza de la noche anterior (la caja está en el salón). Si hay suerte comerá, si no, bueno ya pensará algo luego.

            El Dios del caos palidecería si entrara en la casa de una himono onna. Ropa arrugada amontonada por todas partes, botellas y latas de cerveza tiradas por el suelo, un tendendero que cruza el salón de esquina a esquina, los muebles no han visto un plumero en un lustro por lo menos. Y unas cuantas hojas de periódico que parecen ocultarA ella! En algún momento de la noche se ha quedado dormida y se ha tapado con el diario gratuito que dan en el metro, viste camisetas desgastadas y calcetines de los Simpson (de la primera temporada) y se recoge el pelo en una especie de palmera grasienta, a veces un gato callejero se cuela y rebusca entre los restos de comida rápida de la que ambos se alimentan pero el animal nunca se acerca a ella, el bicho tiene el estómago un poco delicado.

¿Cómo puedes vivir así?

            Nuestra chica pescado seco ha renunciado al amor, cree que nadie la querrá nunca así que ya le da igual todo, de nada sirve maquillarse para estar guapa, además odia verse en el espejo, se ve fea, muy fea, es un monstruo viejo y arrugado. Ya no compra vestidos bonitos, son incómodos, caros y además luego tienes que plancharlos. La ropa deportiva es mejor, el chándal que lleva puesto era el que usaba en su antiguo instituto y está como el primer día, si no fuera por un par de agujeritos pero casi no se notan. Las camisetas te las regalan si compras 24 latas en el combini de su barrio. Ropa gratis, chica lista.

            Ya no le da miedo entrar en un bar sola y pedir una cerveza (le gusta la cerveza de importación) si algún viejo verde la molesta ella le da dos gritos y le pone cara de atún, la toman por loca y la dejan en paz, es un truco que aprendió con la práctica.

            Y si alguna vez le da por llorar aprovecha y pone el DVD de Titanic, las escenas más trágicas, Los discos están siempre dentro del reproductor, es un lío encontrarlos, además perdió la caja, bueno, sabe que la caja no ha salido del salón y la tiene casi localizada pero ahora mismo no tiene ganas de ponerse a buscar nada, sobre todo con DiCaprio en pantalla.

            Tiene tres mensajes en el móvil, es su compañero de trabajo, tiene otro pendiente de contestar de ayer y otro de hace cuatro días, borrará el más antiguo porque ya ha pasado demasiado tiempo y lo mismo se puede molestar. Abre el último y apenas lo lee, escribe “ok bss”, no sabe exactamente que quería, ya se lo explicará mañana. Arranca un papel del periódico y anota comprar yogures, los que hay en el fondo de la nevera están caducados y como siempre mete los nuevos al principio le ha vuelto a pasar, por cierto, no quedaba pizza, pero es tarde, ya no tiene hambre.

            Dando tumbos por el alcohol logra alcanzar la cama (sobra decir que está desecha y huele a sudor) y se deja caer.

            Dulces sueños sardinita.

            Las himono-onna se han rendido, están atrapadas en una sociedad que no las acepta y en la que no encajan. De entre todos los casos que os he expuesto ellas son las que más sufren. Son un diamante en bruto (quizá muy bruto) esperando a ser descubierto. No son lo que son porque lo hayan elegido, ni porque estén enfermas, solo necesitan un poco de comprensión, muchísima paciencia y sobre todo alguien que las quiera.

No estás sola

            
y una duchita si puede ser.


            Todos nos hemos sentido solos alguna vez, o todo el tiempo, yo por mi parte me marcho a la cama, soñaré que voy a cenar a un restaurante caro con mi o-hitori-sama favorita, está preciosa esta noche, lleva ese collar de plata que le regalé, yo le hablo de Becquer y ella me cuenta cosas de su próximo concierto de piano, le digo que es mi amor platónico y ella se ríe, me dice que volverá dentro de un año si es posible, me pasa su nuevo email.

            Luego hago tiempo chateando con mi amigo hikkikomori, le envío el último meme del político de turno, criticamos sin piedad la última peli de Star Wars y juramos no ir a ver la siguiente.

            Después espero detrás de la puerta sin hacer ruido, hoy parece que está tardando un poco más. ¡Ahí está! Abro la puerta para sorprenderla. “! Buenas noches sardinita!” Cuando se le pasa el susto le enseño un pack de 6 latas, son sin alcohol pero ella no lo sabe. La invito a pasar y tras comernos un sándwich pasamos el resto de la noche bebiendo, riéndonos y abrazados destrozamos unas cuantas canciones como dos gatos maullándo a la luna.



                   Somos islas

                        Aunque no muy alejadas

                        Somos islas

                        Y necesito que me guíes esta noche

                        Y necesito que me guíes esta noche.

-Mike Oldfield “Islands”


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