EL VERTEDERO DEL MAL
Existe un lugar en el mundo donde la anarquía impera, como decía la
canción “haz lo que quieras” será toda la ley, un sitio donde aparentemente no
has de rendir cuentas con nadie, la policía no te va a ir a buscar, tampoco el recaudador
de impuestos, todo es verde, demasiado diría yo, podrías alimentarte de plantas
toda tu vida y así satisfacer tu desviación alimentaria, puedes realizar todo
el vandalismo que quieras, hasta hartarte, incluso seguir con tu peculiar modo
de entender la higiene. Puedes dar una patada a la primera casa que encuentres
y hacerla tuya si te apetece. Ese sitio existe querido anarquista, es un lugar
donde la tierra, que es sabia, acumula su basura y se deshace de ella, y todos
estamos deseando que lo visites.
NINGUNA LEY
Nos
encontramos en Kyushuu, una de las cuatro islas principales de Japón, Hace
tiempo que hemos salido de Fukuoka y tomado la autopista IC en dirección a
Miyawaka, al llegar al cruce Okuma-Puente de Magamichi giramos a la izquierda y
luego nos desviamos a la derecha en cuanto veamos la antigua carretera 21. A
partir de aquí es mejor dejar los coches y continuar andando, el camino no es
nada seguro, bueno, el lugar no es nada seguro pero no queremos que nos pase
nada tan pronto.
Lo primero que
nos llama la atención es la suciedad, el lugar está ciertamente descuidado, el
camino aunque con señales de haber sido transitado está invadido tanto por la
vegetación que parece crecer a sus anchas como por restos de vehículos y
despojos varios. Parece el escenario perfecto para cualquier película
post-apocalíptica y eso que nos encontramos en uno de los países
más pulcros de la tierra.
Proseguimos la
marcha, nos adentramos en un bosque, atrás hemos dejado otro coche abandonado,
es difícil orientarse y aunque hay carteles viejos, muchos de ellos ilegibles
por grafitis, es fácil confundirse en las muchas bifurcaciones que nos vamos
encontrando. Ah, se me olvidó comentároslo, guardad vuestros móviles, aquí no
tienen cobertura. ¿Creéis que bromeo? Estamos en un valle rodeado de montañas y
no han instalado repetidores, además el lugar es rico en minerales, hierro y
carbón principalmente que interfieren en la señal. ¿Seguimos? Muy bien,
adelante entonces.
Mirad a
vuestra derecha, hay unas tumbas al lado del camino, esto no parece un
cementerio pero ahí están. Algunas son muy antiguas, apenas se pueden leer,
otras son novísimas, la piedra aún resplandece. Hay un cartel que dice “tumba
del viajero”. Os aconsejo que presentéis vuestros respetos.
Ya casi hemos
llegado. El camino se interrumpe bruscamente por una valla plagada de carteles
de advertencias, una de ellas destaca sobre las demás y dice así:
ATENCIÓN LAS LEYES DE JAPÓN NO SE APLICAN AQUÍ.
Bienvenidos al
paso de Inunaki, cruzad esa valla si os atrevéis, a partir de este punto solo
los más valientes, insensatos y locos prosiguen, los cobardes y sensatos
vuelven. Los estúpidos esperan a que caiga la noche, despedíos de ellos, es
posible que la próxima vez que los veáis sea en las páginas de un periódico.
ORÍGENES
Podemos
traducir Inunaki como “el llanto o el ladrido del perro”. La
leyenda cuenta que un cazador volvía cansado a su casa cuando su perro empezó a
ladrar frenéticamente, enfadado el dueño recriminó y golpeó al animal que no
paraba de aullar. Al caer la noche un dragón negro atacó y devoró al cazador.
Es una lección muy buena: atiende siempre a las señales de peligro, pueden
salvarte la vida, sobre todo en este lugar.
Las
primeras menciones del pueblo se remontan a 1691, en el que el señor del clan Chikuzen encarga la defensa del paso de Inunaki a
miembros del misterioso clan Shinozaki, a
los que muchos han relacionado con las prácticas de shugendo. El traslado de los mismos es forzoso y se les prohíbe abandonar
el territorio. Los habitantes no tardan en adaptarse a su nuevo entorno, el
terreno es muy accidentado y boscoso, lo que lo hace perfecto para la práctica
de sus habilidades, la caza es abundante y cuentan con recursos naturales
suficientes.
El
clan cumple a la perfección su cometido, ningún ejército cruzó el paso durante
el tiempo en que duró su mandato. No hubo recompensa alguna y al desprecio que
ya sufrían se le unió un oscuro temor, ya nadie quería cruzar por sus tierras y
los que se atrevían a hacerlo eran advertidos para que no se detuviesen en la
aldea y nunca abandonasen el camino principal.
Años
de aislamiento y consanguinidad confirió a los habitantes del valle un aspecto
extraño, se decía que vestían con las pieles de los animales que ellos mismos
cazaban, llenaban el bosque de trampas y por las noches se abandonaban a sus
ancestrales rituales que sin la guía de los sacerdotes itinerantes habían
degenerado en una suerte de ritos pre-budistas, mezcla del shintoismo más
ancestral y ceremonias transmitidas oralmente desde tiempos inmemoriales, pues
la familia era ya antigua cuando el emperador Jinroku les dio su nombre y los
elevó a la categoría de clan.
Debido
a la escasez de registros no se tiene constancia de cuantas personas
desaparecieron durante aquella época pero la sola mención del paso de inunaki
ya inspiraba pavor entre la población. Nada se hizo para aliviar la situación,
los habitantes del valle jamás abandonaban su territorio y los consejeros del
señor de la vecina Fukuoka le recomendaban dejarlo estar, el miedo era un
poderoso aliado y de esa manera podrían estar seguros de que nunca recibirían
un ataque desde el norte.
La
restauración Meiji trajo consigo el fin de los señoríos y la
reestructuración del territorio. El clan fue abolido en 1867 y sus integrantes
parecieron desvanecerse. Actualmente sólo se conocen cinco descendientes de los
cuales solo uno porta el apellido.
LA MIGRACIÓN COREANA
Con la apertura de
las fronteras del país y la “occidentalización” de la sociedad llegaron los
primeros inmigrantes. Un gran número de coreanos arribaron a las costas
japonesas de Kyushuu y Shikoku instalándose muchos de ellos en Fukuoka. Debido
a la tradicional rivalidad entre japoneses y coreanos los nuevos vecinos fueron
marginados y tratados como ciudadanos de segunda, algunos se mudaron a las
afueras, un lugar tranquilo y prácticamente deshabitado donde apenas llamaban
la atención, al estar situado entre dos importantes núcleos urbanos les era relativamente
sencillo y rápido moverse entre ellos. No hace falta que os diga el nombre del
lugar, supongo que ya lo habréis deducido.
Imagen real de la aldea a mediados del siglo XX |
Durante
la segunda guerra mundial se obligó a estas gentes, muchos de los cuales habían
nacido en Japón y eran ciudadanos de pleno derecho, a trabajar en la
construcción de un túnel que atravesara las montañas y a pesar de que no eran
considerados como prisioneros de guerra las condiciones de trabajo fueron muy
duras y no fueron pocos los que fallecieron durante las obras.
Tras
la guerra el bautizado como “túnel de Inunaki” fue abierto al público.
Numerosos vehículos, en especial camiones recorrían diariamente la nueva ruta.
LA ALDEA OLVIDADA
El túnel se convirtió
en un punto negro, los accidentes se sucedían casi semanalmente, la iluminación
del túnel era saboteada constantemente, los choques frontales entre turismos y
camiones se contaban por decenas, de entre los más espectaculares se cuenta uno
en el que un coche embistió a una camioneta y el copiloto fue decapitado.
Los
rumores regresaron y el gobierno se vio obligado a cegar el túnel, vallar toda
la zona e iniciar la construcción de un nuevo paso. Como no podía ser de otro modo
las obras no se libraron de la “maldición” de Inunaki. Una noche un grupo de
cinco individuos intentaron robar el coche del jefe de obra y fueron
descubiertos, se internaron en el bosque y no se les persiguió, días más tarde regresaron
y raptaron a un trabajador, su cuerpo fue hallado calcinado poco tiempo
después.
Haciendo
gala de su estupidez una miríada de adolescentes comenzó a visitar la zona
indiscriminadamente fijándose como meta llegar hasta el túnel cruzando el
bosque llegando los más “valientes” a atravesarlo en su totalidad y cruzar el
paso.
Las
desapariciones se dispararon, la zona está llena de caminos viejos y el bosque
es muy frondoso, es muy fácil perderse. La policía no daba abasto, llenaron la
zona con carteles de advertencia y procuraron señalizar lo mejor posible las antiguas sendas.
Hasta
que un día apareció un cadáver… o lo que quedaba de él. Era un chico joven, había ido acompañado de su
amigo por la noche cuando en un momento dado se perdieron de vista. Cuando
encontraron el cuerpo éste se encontraba horriblemente mutilado, le faltaban la
cabeza y el brazo y la pierna izquierdas, los miembros fueron localizados no
muy lejos a excepción del brazo.
Otra
desaparición sonada fue la de tres estudiantes y la de una niña pequeña que fue
vista por última vez comprando en una tienda situada en las lindes del bosque.
La más reciente es la de un matrimonio de Shimane que se internó en el bosque
dentro de un coche blanco, jamás se supo de ellos aunque todo el que se acerque
a la verja principal podrá ver a un lado del camino un vehículo con el interior
quemado, es de color blanco y la matrícula es de Shimane.
La
policía ya no puede hacer más y el gobierno parece haberse cansado de
aventureros temerarios en busca de emociones fuertes. Se colocó un último
cartel, ya os lo escribí antes pero lo repito a modo de advertencia final.
“Atención, las leyes de Japón no se aplican aquí”.
Si te internas
en el bosque de Inunaki será bajo tu propia responsabilidad pero recuerda, no
hay cobertura, no hay internet y si te pierdes nadie irá a buscarte, todo lo
más son unas tumbas mudas que alguna familia quiso poner para que las almas de
sus parientes descansaran en paz.
Localización del paso de Inunaki, alejar el zoom para verlo bien.
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