LOS
SIETE DIOSES DE LA FORTUNA
También conocidos como
Shichifukujin o los siete
afortunados. Son un producto del sincretismo que tanto caracteriza al país del
sol naciente, en él se mezclan elementos budistas, hinduistas, shintoistas y
taoistas por igual. Juntos encarnan las siete virtudes del ser humano y son
tremendamente populares en Japón.
A pesar de que se les
llame dioses debo aclarar que NO LO SON. No son kami, tampoco bodhisattvas.
Son ´ten´, seres celestiales, algo
así como semi-dioses, por lo tanto aunque en sus descripciones les siga
denominando dioses no han de entenderse como tales.
A continuación
procederé a describir uno por uno a este sin par grupo, hablaré de sus orígenes
y las circunstancias que llevaron a cada uno a unirse a esta suerte de
´superhéroes de la antigüedad´.
EBISU,
PATRÓN DICHOSO DE LA BUENA SUERTE
Ebisu es el Dios de la buena fortuna, de los océanos y el trabajo
honesto y los tratos justos.
Es el único de los
siete cuyo origen es puramente japonés y es que según se cuenta, Ebisu fue el primer hijo de las deidades
Izanagi e Izanami,
los creadores del mundo. Durante el matrimonio de ambos la deidad femenina Izanami rompió el protocolo iniciando la
ceremonia antes de tiempo y como castigo su primer vástago al que pusieron de
nombre Hiruko nació deforme. El ser
no tenía huesos y saltaba por el suelo como un pez lo hace cuando está fuera
del agua. Un poco antes de cumplir los tres años de edad sus padres decidieron
arrojarlo al mar, donde dada su condición podría moverse más fácilmente. Así
fue como llegó a las costas de la isla de Ezo (la actual Hokkaido) donde un ainu (aborigen japonés) llamado Ebisu Saburo lo recogió y adoptó. Su nuevo padre le enseñó las artes de la pesca y gracias a su esfuerzo y
naturaleza divina el ahora renombrado Ebisu
las dominó, se hizo fuerte y le crecieron nuevos y fuertes brazos y
piernas, se tornó robusto y fue muy querido entre los suyos.
Casi siempre aparece
vestido como un pescador, del que es patrón aunque en ocasiones se ha
representado vistiendo un kazaori eboshi (gorro puntiagudo usado por los nobles) y
lujosos ropajes y portando un abanico, cuyo significado no está claro pero
normalmente este instrumento era utilizado por los emperadores para emitir un
juicio o manifestar su aprobación o rechazo, al ser también dios de los
acuerdos justos su función podría ser la de entidad que aporta ecuanimidad y
juicios cabales.
Según otra versión Ebisu es el hijo del Dios O-kuni-nushi (gran amo de la
tierra), por lo tanto y como veremos más adelante pariente de otro de los siete
dioses.
Como se dice que es un
poco duro de oído antes de rezarle hay que dar fuertes palmadas para captar su
atención. Desde el periodo Edo (1603-1868) viene celebrándose los días 9 y 10
de enero y 20 de octubre el Ebisu-ko en
el que los comerciantes ofrecen suculentos descuentos para así poder limpiar
sus conciencias. En la ciudad de Osaka los mercaderes golpean las paredes de
sus santuarios con mazos para que el Dios les escuche y les ofrecen daikon (rábanos) y sake. Otra curioso
ritual es el que hacen algunos pescadores antes de realizar una larga travesía,
atan una piedra que representa a la deidad al cuello de un joven y lo arrojan
al agua, el chico debe pescar desde el fondo y esforzarse para salir a flote,
se considera de mal agüero si no lo logra.
Su virtud es la
sencillez y su animal es el besugo.
DAIKOKU,
EL GRAN DIOS NEGRO
Daikoku es el Dios de la tierra, la agricultura,
el arroz y la riqueza, es el patrón de los granjeros y cocineros.
Es producto de la
unión de Shiva o Mahakala (dios indio de la muerte) y el japonés O-kuni-nushi. Su culto fue introducido
en Japón en el siglo IX por el monje Saicho,
fundador de la secta budista Tendai. O-kuni-nushi
es a su vez padre del dios Ebisu
y es común verlos juntos.
Se le representa como un hombre
robusto y achaparrado, de tez oscura y sonriente. Carga al hombro un saco de
arroz y en su mano derecha porta un mazo llamado Uchide no kozuchi, con el que puede fabricar todo lo que sus
devotos deseen y que al agitarlo surgen monedas de oro y alimentos. Es el
equivalente a la cornucopia griega. Suele estar de pié sobre un par de sacos
que simbolizan una fuente inagotable de riqueza.
No adquiere esta
apariencia hasta el siglo XV. Las imágenes anteriores conservan el aspecto
fiero original de Mahakala así como su
color de piel oscuro. Otra de sus formas primigenias es la conocida como Sanmen Daikoku , de tres cabezas.
Se encuentran
representaciones de Daikoku en muchas
de las cocinas de las casas y restaurantes de Japón. Esta costumbre ya se daba
en la India y China, donde siempre había uno cerca de los fogones de los
monasterios y así nunca faltase qué comer.
Otra de sus facetas
menos conocidas es la de cazador de demonios. Cuenta la leyenda que la
creciente popularidad de Daikoku despertó
la envidia entre el resto de dioses así que consultaron con Emma-O señor del inframundo y éste decidió enviar a Shiro, su demonio más astuto, para
acabar con él. La criatura logró colarse en la fortaleza del dios pero no
lograba encontrarle. Finalmente se le ocurrió buscar en un granero anexo al
castillo y allí observó al dios descansando sobre un gran montón de arroz.
Daikoku se percató de su presencia y sin dudarlo envió a una rata blanca que
era su principal servidora para que espantase al demonio. El animalillo
distrajo al invasor haciendo ruido con una rama de acebo y le atrajo hasta los
jardines. Al sentirse descubierto el monstruo huyó. Desde entonces durante la
ceremonia de fin de año los japoneses confeccionan amuletos con una ramita de
este árbol para ahuyentar a los malos espíritus.
Daikoku es muy popular y no es extraño ver sus estatuas desgastadas
pues según se cree frotar sus manos o sus brazos atrae la riqueza o, si la
estatua tiene la piel negra, la fertilidad.
Su virtud es la riqueza y su animal es la rata blanca, que ronda los
graneros en los tiempos de abundancia.
BISHAMON,
VASRAVANA, EL GUARDIAN DEL NORTE
Bishamon recibe los títulos de protector
del budismo, azote de malhechores y sanador de la enfermedad.
Se le identifica con
el dios indio de la riqueza Kuvera y
su padre fue el sabio Vaishrava. Cuando en el siglo VI empezó a venerársele en
Japón formaba parte de los Shitenno, los
reyes celestiales protectores de las cuatro direcciones y lo hizo con el nombre
de Tamoten que significa ´el que
escucha´ pues se dice que siempre escuchaba con gran atención las enseñanzas de
Buda. Se le asignó vigilar el norte que en China se asocia al frío y al color
negro, por lo que también se le conocía como Gembu, el guerrero negro. Según el Feng Shui el norte es una
dirección peligrosa, también lo era en el reino medio pues de ahí provenían los
fieros ataques que lanzaban los mongoles, es por ello que tanto los palacios
chinos de la dinastía T´ang como los japoneses de la era Heian se construían encarados hacia el
sur.
No pasó mucho tiempo
hasta que superó en popularidad a sus otros tres compañeros y se comenzó a
adorar en solitario, momento en el cual adoptó el nombre de Tobasu Bishamonten y así se le conocería
hasta nuestros días, siempre y cuando nos refiramos a él como deidad única y no
como parte de los siete dioses grupo del que no entró a formar parte hasta el
siglo XV.
Viste una armadura
completa y su semblante es fiero aunque no amenazador, con una mano blande una
lanza o un arco, y sujeta un templo budista que contiene reliquias con la otra.
Un detalle importante es observar con qué mano sostiene el templo, si lo hace
con la izquierda estamos ante Tobasu
Bishamonten, si por el contrario lo muestra con la derecha se trata de Bishamon, uno de ´los siete´. En la
mayoría de sus imágenes aparece pisoteando a un par de demonios llamados Yasha y Rasetsu, en señal de subyugación
del mal al igual que el arcángel San Miguel lo hace el diablo o San Jorge con
el dragón.
En las épocas más
convulsas se le rezaba al comienzo de
las batallas, sobre todo si se defendía alguna posición importante ya que Bishamón es el patrón de los guerreros pero
no de la guerra. Se le considera una
buena protección contra invasores extranjeros y seres diabólicos. También se le
atribuye el poder de curar a los
heridos.
Su virtud es la
dignidad y su animal es el ciempiés, considerado el mensajero de los dioses.
BENTEN,
DIOSA DE LA BELLEZA FEMENINA Y LAS RIQUEZAS
Benten es la diosa de los ríos y el agua,
patrona de las lenguas y las letras, de la música, la poesía, las artes y es la
defensora de la nación.
Originalmente era la
diosa india del río Saravasti, del que recibía su nombre. Su aspecto original
era la de una mujer guerrera de tez oscura, rostro aterrador y ocho brazos,
cada uno con un arma diferente (un arco, una flecha, una espada recta, un
hacha, una lanza, una maza, una rueda de hierro
y un lazo). Con este aspecto llegó a Japón en el siglo VII y el nombre
de Happi (ocho brazos) Benzaiten y
bajo esta forma fue adorada por señores tan importantes como Minamoto no Yoritomo, Oda Nobunaga, Toyotomi
Hideyoshi y Kobayakawa Takakage. También se le emparentó con el señor de
los infiernos, Emma-O, de quien se dice es su hermano menor.
Durante el siglo XI Benzaiten se fundió con otra deidad llamada Ugain (Anavatapta), dios con cuerpo de
serpiente, cola blanca y cabeza humana del agua, la fortuna y las riquezas,
dando como resultado una nueva deidad llamada Uga Benzaiten. Su conexión con el agua se refuerza, se pierden los
ocho brazos y se le empieza a asociar con las serpientes, tan es así que una de
las formas con las que se la representa es una gigantesca serpiente de tres
cabezas, animal en el que dicen se puede transformar a voluntad. Otro de los
cambios que se produce es en la forma de escribir su nombre, sustituyendo el
ideograma ´zai´, que significaba talento, elocuencia o disputa por otro que se
pronuncia igual pero cuyo significado es riqueza. Con esta nueva denominación entró
a formar parte de los siete dioses de la fortuna.
Ugain, el dios serpiente |
En el siglo XII
asimiló a la diosa shintoista de la belleza y la fortuna Kichiyoten y adoptó su imagen, la de una hermosa mujer tocando un
instrumento musical aunque rodeada de serpientes. Durante este siglo se levantaron
grandes templos en su honor como el de Itsukushima,
Enoshima y Chikubushima, que fueron sufragados por personajes de la talla
de Taira no Kiyomori y Minamoto no
Yoritomo.
Como diosa del agua
que es Benten simboliza todo aquello
que fluye, como la música, la poesía, la escritura, la elocuencia y la
sabiduría. Artistas de toda índole se encomiendan a ella para encontrar la
inspiración y todos sus santuarios están siempre cerca del mar o algún río.
Debido a su especial
sincretismo esta diosa es una de las más importantes de Japón y es adorada
tanto por budistas como por shintoistas y seguidores del shugendo.
Su virtud es la
amabilidad y su animal la serpiente blanca (hakujya) cuya visión se considera
augurio de ganancias monetarias.
FUKU-ROKU-JU,
EL GENIO DE LA SABIDURÍA
Fuku-roku-ju es el dios de la
riqueza y la felicidad, patrón de los jugadores de ajedrez.
Fue un sennin taoísta llamado Yangzhen, consejero del emperador Wu durante la dinastía Liang (502-557). Entre sus hechos más
notables destaca el haber recomendado el dar fin al reclutamiento de esclavos
para la guerra en ciertas provincias ocupadas donde a partir de entonces se le
empezó a venerar como a un dios.
Se creía que los sennin habían logrado alcanzar la inmortalidad y ya
estaban atados a las necesidades mundanas como lo son el comer o el dormir.
También se dice que Yangzhen era a su
vez la reencarnación del dios taoista Xuanwu.
Fuku-roku-ju es fácilmente reconocible por su cabeza extremadamente
alargada, símbolo de su gran sabiduría, sus luengos bigotes y barbas y ropas
chinas. En un principio no formaba parte de los siete dioses de la fortuna y su
lugar lo ocupaba la diosa Kichijoten pero
al ser asimilada por Benten el viejo sabio ocupó su lugar. A
diferencia de otros dioses no se le suele rezar por separado. Es fácil confundirlo con Jurojin, otro de los
siete dioses e incluso se afirma que ambos son entidades que ocupan un mismo
cuerpo. La manera más sencilla de distinguirlos es fijarse en la grulla blanca
que acompaña a Fuku-roku-ju. Es el único de entre sus compañeros capaz de
resucitar a los muertos.
A Fuku-roku-ju le encanta jugar al ajedrez. Cuenta una vieja leyenda
china que un granjero, de regreso de una larga jornada de trabajo se encontró
con un par de ancianos inmersos en una partida de este juego. Decidió quedarse
allí mirándolos. Sus movimientos eran muy pausados y parecían meditar mucho
cada movimiento. El granjero creyó observar cómo les crecían los pelos de sus
barbas. Entonces uno de los jugadores le entregó un extraño alimento para que
no sintiera hambre. Al terminar la partida los dos se despidieron cortésmente
de su espectador. En hombre no pudo encontrar su casa a pesar de que estaba
seguro de que estaba en el lugar correcto. Tras preguntar a algunas personas
que pasaban por el lugar se dio cuenta de que habían transcurrido doscientos
años.
Su virtud es la
popularidad y su animal la grulla blanca, aunque a veces también se hace acompañar de
una tortuga.
JUROJIN,
EL ANCIANO PATRÓN DE LA LONGEVIDAD
Jurojin es una deidad
muy similar a Fuku-roku-ju, ambos fueron sabios taoístas y tienen cabezas
alargadas.
Se cree que vivió en
China en el siglo XI aunque nadie supo cuando nació exactamente, medía tres shaku (1.80 metros, enorme para aquella
época) y su cráneo era anormalmente grande y terminaba en punta. Alcanzó los
mil quinientos años de edad.
En su mano derecha
lleva un cayado nudoso y en su izquierda porta un pergamino donde están
escritas todas las acciones, buenas y malas, realizadas por todos los seres
vivos. Siempre va acompañado de un ciervo, el color del animal determina su
edad, así, si es de color azul el ciervo tiene mil años, si es blanco mil
quinientos y si es negro dos milenios.
Jurojin es un gran amante del vino y de la compañía femenina. Sus
devotos le ofrecen vino y si se siente complacido les golpeará con su cayado en
la cabeza otorgándole con este gesto parte de su sabiduría.
En una ocasión un
emperador chino invitó al sabio a su palacio y le ofreció todo el vino que
pudiese beber. Tras ingerir ciento cincuenta litros Jurojin, completamente sobrio, le agradeció su hospitalidad y le
auguró un reinado dichoso, acto seguido se esfumó entre una nube de humo.
Su virtud es la
longevidad y su animal el ciervo.
HOTEI,
EL QUE AMA A LOS NIÑOS
Hotei es el patrón de los adivinos y
taberneros, así como el guardián de los niños.
Es el único de los
siete dioses inspirado en una persona real y no en leyendas. Su verdadero
nombre era Pu´tai , y fue un
excéntrico monje budista que vivió en China entre los siglos IX y X. Por supuesto
no se salva de la mitificación y es que se piensa que es la encarnación del bodhisattva Maitreya.
Hotei es un hombre alto,
completamente calvo y con un largo bigote, es tremendamente gordo, sus ropas
apenas pueden ocultar su enorme barriga, cosa que no parece importarle, su cara
muestra una perenne sonrisa. En una mano lleva un abanico y en otra un saco
lleno de tesoros que no duda en repartir entre aquellos que no sean ambiciosos.
Le encantan los niños,
y a los niños también les encanta Hotei, juega
con ellos, los deja entrar en el saco del que salen cargados de regalos. A
veces se le representa montado en un carro tirado por chiquillos agradecidos.
Su imagen es la más conocida de los
siete y todos (excepto aquellos que tengan la desgracia de vivir en países
intolerantes con otras religiones) habrán visto alguna vez al gordo Hotei dándoles sonriente la bienvenida en cualquier
restaurante de comida asiática con sus brazos en alto y su gran panza al aire.
Si os cruzáis con él no lo dudéis, frotadle la barriga, !A él le encanta! A
cambio os permitirá llevaros una parte de su eterna alegría.
Su virtud es la
magnanimidad, no se le conoce animal asociado ¿Se lo habrá comido?.
TAKARABUNE,
EL BARCO DE LOS TESOROS
Los tres primeros días de cada año un
barco zarpa de los cielos con rumbo a los puertos de todo el mundo, es el Takarabune o barco de los tesoros, en el
viajan los siete dioses de la fortuna y durante su trayecto repartirán sus
bendiciones a todo aquel que haya demostrado ser digno de ellas.
En sus velas lleva
bordado el ideograma ´baku´ criatura que los habituales de esta publicación
conoceréis y que se caracteriza por comerse los malos sueños, por esa razón
mucha gente duerme con una almohada con dibujos del mágico barco y su peculiar
tripulación pues dicen que si tienes un sueño agradable dentro de esos tres
días la suerte te acompañará el resto del año.
Las fuentes más
antiguas sitúan al takarabune en el
periodo Muromachi (S. XIV- XVI) y no
siempre fue un barco.
La primeras veces que
vemos a los siete dioses juntos es navegando a lomos de un enorme pez
que se decía provocaba terribles terremotos y los dioses eran considerados ´los
que repartían la fortuna de forma justa. Tras un seísmo aquellos más acaudalados
eran los que más tenían que perder, sus propiedades podían verse destruidas y
sus negocios arruinados. Sin embargo los que menos poseían encontraban en estos
desastres una gran oportunidad para prosperar ya que los hombres encontraban
trabajo fácilmente, los artesanos debían reconstruirlo todo, hacían falta
grandes cantidades de materias primas que los mineros, leñadores y agricultores
debían proveer, de esa manera a pesar del infortunio todo volvía a la
normalidad tras un tiempo y la riqueza podía así cambiar de manos.
Como su propio nombre
indica el barco contiene una serie de tesoros, os describiré algunos de los más
destacados.
-Kakuregasa, el gorro de invisibilidad, y Kakuremino, el impermeable de la suerte, que permiten realizar
buenas obras sin ser visto.
-Hagoromo, la túnica de plumas, otorga el poder de volar a quien la
vista, es propiedad de Benten.
-Uchide no Kozuchi, el mazo de la
fortuna, crea monedas de oro cuando se agita o golpea algo con él, pertenece a Daikoku.
-Nunobukuro, el saco de la
fortuna, contiene tesoros, comida y bebida inagotables, Hotei siempre lo lleva
consigo.
-Kanabukuro, bolsa de riqueza infinita, pues eso.
-Llave de la casa de los tesoros divinos, la custodia Bishamon.
-Makimono, pergaminos de
sabiduría y longevidad, son de Jurojin y
Fuku-roku-ju.
-Orimono, rollos brocados
utilizados en diversos rituales religiosos, sin propiedades mágicas ni valor
aparente exceptuando su valor monetario.
Así que niños, como
siempre os digo sed buenos y si vuestros dioses, alcaldes, doctores o jefes no
tienen tiempo para escucharos ¿Porqué no probáis con los shichifukujin? Siete mejor que uno ¿verdad?