2 abr 2016

YOTSUYA KAIDAN


NOTA ACLARATORIA: Antes de comenzar a escribir este texto quisiera pedir su permiso al espíritu de OIWA-SAMA, espero  estar a la altura y poder relatar una vez más su historia como muchísimos otros hicieron antes que yo. Rezo por que su alma encuentre la paz y para que su ira no recaiga sobre mí.

            Pido también disculpas a los lectores por la sobriedad del texto pero debo tratar el tema con la máxima delicadeza.


MALAS COMPAÑIAS


          Siempre me han gustado las historias de fantasmas, en Japón las llaman kaidan. Existen cientos de ellas, las hay de todo tipo, fantasmas desdichados, vengativos, demonios. Aún no entiendo muy bien qué me impulsó a elegir ésta precisamente, quizá porque es la más famosa de todas, o porque el terror asiático tal y como lo entendemos (o creemos entenderlo) bebe de esta fuente primordial, o porque es para el terror oriental lo que los relatos de Poe, Lovecraft o de Maupassant son al occidental. Es posible que me esté metiendo en un buen lío pero algo me impulsa a contarlo. Fuera es de noche, a pesar de ser primavera hace un poco de frío y oigo al viento silbar. Estoy en mi habitación, no hay nadie conmigo aunque no me siento del todo solo, quizá no lo esté. La verdad es que no quisiera tener que hacerme estas preguntas...


            Estamos en el verano del año 1825, el teatro de kabuki Nakamuraza está abarrotado, hoy presentan una nueva obra, se titula Tokaido Yotsuya kaidan. Ha causado un gran revuelo en la capital y durante días no se habla de otra cosa. Es difícil encontrar entradas, el aforo está completo y el espectáculo se ha prolongado indefinidamente. Se atenúan las luces, hay un silencio expectante, la función va a comenzar.

ACTO PRIMERO

                 Tamiya iemón es un samurái de baja estofa, las guerras intestinas acabaron hace décadas y malvive recibiendo un mísero estipendio del bakufu (gobierno militar instaurado por los shogun Tokugawa). Es bebedor, pendenciero y le gusta jugar. En ocasiones se gana algunas monedas haciendo de matón para cualquiera que se atreva a ofrecerle “trabajo”.

            Está casado con Oiwa, hija de Yotsuya Samón, otro samurái arruinado que trata de salir adelante sin perder la dignidad. Iemón y su suegro no se llevan bien, Samón es conocedor de la mala vida de su yerno y se lo reprocha siempre que tiene la ocasión sugiriendo amargamente que él y su hija deberían separarse pues no merece tan mal marido. Estas disputas solían acabar en agrias discusiones pero una noche en la que Iemón había bebido de más mata a su suegro.


Tamiya iemón
         
            Por otra parte tenemos a Naotsuke, compañero de correrías de Iemón, está enamorado de Osode, hermana de Oiwa. Una noche de juerga en el prostíbulo local discute con el dueño del negocio debido a las deudas acumuladas. Naotsuke es expulsado y se le prohíbe la entrada, lleno de rencor y muy bebido aguarda oculto en un oscuro callejón a que el proxeneta regrese a su casa. Se lanza sobre él y lo apuñala por la espalda con tan mala fortuna que la víctima es nada menos que su propio maestro. Espantado corre en busca de Iemón y le pide ayuda, ambos comparten su doble crimen y traman un plan para protegerse mutuamente: contarán que unos desconocidos atacaron y asesinaron a Yotsuya Samón y al maestro y jurarán encontrar a los culpables y vengarse, a cambio Iemón propondrá que Osode se marche a vivir con Naotsuke para que éste la proteja. Ella se niega puesto que está prometida con un samurái que se encuentra sirviendo a su señor y a la espera de recibir el permiso para casarse. Iemón monta en cólera y Osode acepta a regañadientes.


ACTO SEGUNDO

             Tras un año Oiwa da a luz, un niño sano y fuerte, ella no se recupera del parto y su salud empieza a deteriorarse aunque su hijo y la promesa de venganza de su marido le dan fuerzas para continuar. Iemón sin embargo comienza a distanciarse de su mujer, siente remordimientos por haber hecho una promesa que no puede cumplir.

            Durante sus ausencias conoce a Ito Oume, una muchacha mucho más joven que él y la toma como amante. Los padres de Oume, acaudalados mercaderes, descubren la relación y proponen a Iemón que se case con su hija para evitar el escándalo, le ofrecen una vida acomodada a cambio de un apellido noble como el suyo.        La oferta es demasiado tentadora como para que un hombre ambicioso como él la desaproveche pero antes tendrá que deshacerse de su mujer y su hijo.

iemón y Oume, su amante

            Un maquiavélico plan comienza a gestarse, la familia Ito facilita a Iemón un veneno para que se lo administre a su esposa. La pobre Oiwa comienza a tomar la nueva medicina que le ha traído Iemón.

            Día a día Oiwa va sintiéndose cada vez más débil, sufre una parálisis en el lado derecho de la cara y pierde la visión de un ojo.  Horrorizado el sirviente encargado de la casa observa cómo el rostro de Oiwa se va deformando. Por piedad hacia la señora no le cuenta nada pero ésta no tarda en darse cuenta de la realidad cuando comienza a perder grandes cantidades de pelo. Pide un espejo al criado y contempla al monstruo en el que se ha convertido, el sirviente conmovido por la dama revela sus sospechas y le habla de la misteriosa medicina que le entregaba su marido. Oiwa comienza a gritar de forma histérica.

            Iemón acude alarmado y acaba con el criado, con una sonrisa maliciosa afirma que ahora podrá acusarla de adulterio y así obtener el divorcio, el sirviente cargará con la culpa y ella con la vergüenza.

iemón ataca a su familia

            Una enloquecida Oiwa se abalanza sobre Iemón quien por accidente levanta el brazo con el que sostenía la espada y le atraviesa la garganta.

            Ahogándose en su propia sangre y entre una terrible agonía maldice a su marido, después el cuerpo de Oiwa se desploma sin vida.

            Iemón decide no dejar ningún cabo suelto, de manera despiadada asesta un tajo mortal a su hijo pequeño, luego hace desaparecer los cuerpos clavándolos en unas tablas y arrojándolos al río. Un silencio total inunda la escena.

los cadáveres son clavados a unas maderas y arrojados al río
             


ACTO TERCERO


                Oume e Iemón pueden celebrar su boda, ya no hay necesidad de esconderse. Triunfantes se disponen a pasar su primera noche como marido y mujer.

            Al retirar el velo de su nueva esposa Iemón contempla horrorizado cómo la cara bajo la seda no es la de la joven Oume sino la escalofriante faz de Oiwa , con sus grotescas cicatrices y su ojo ciego, un río de sangre manando de su boca y acunando a un bebé que ni llora ni se mueve.
   
            Iemón, presa del pánico se hace con su espada y decapita al fantasma, una fuente roja empapa su rostro, y una cabeza de mujer rueda por el suelo. El corte fue preciso, Oume murió sin apenas darse cuenta

Oiwa engaña a iemón para que mate a Oume

             Consciente del terrible acto que acaba de cometer Iemón se dirige precipitadamente a ver a su nuevo suegro y contarle lo que ha sucedido. Al llegar a su casa es recibido por la renqueante figura de su antiguo criado que con las heridas aún abiertas le demanda más medicina. Otro golpe de espada, el señor Ito cae muerto tiñendo el tatami de rojo carmesí.

            Oiwa, por todas partes, Iemón la mataba una y otra vez pero volvía a parecer, los cuerpos iban amontonándose a la vez que continuaba la carnicería.

            Iemón escapa a las montañas dejando tras de sí un sendero de destrucción y muerte.   
 

ACTO CUARTO

                 Oculto en su refugio en la región montañosa de Hebiyama, Iemón recibe la visita de Naotsuke quien sabedor de lo acontecido no duda en chantajearle, con el poco dinero que le quedaba se ve obligado a comprar su silencio.
           
            Al volver a casa Naotsuke se encuentra con un inesperado invitado, se trata de Sato Yomoshichi, el prometido de Osode, hermana de Oiwa. El samurái exige una explicación a Naotsuke y amenaza con matarle a la vez que muestra un vestido descolorido por la humedad con el blasón de la familia Yotsuya. Osode reconoce inmediatamente la prenda como la que solía vestir su hermana.

Yomoshichi reprende a Naotsuke

            Naotsuke revela el triste destino de Oiwa, así como el paradero de Iemón. Confiesa también estar perdidamente enamorado de Osode y que a pesar de haberla retenido jamás la ha forzado, luego pide a Yomoshichi que acabe con su vida.

            Osode intenta suicidarse para evitar que ninguno de los hombres muera por su culpa. Ambos la detienen y llegan a un acuerdo: juntos lucharán contra Iemón, si alguno de ellos muere el otro se comprometerá a cuidar a Osode para siempre. Una vez preparados los dos parten para enfrentarse a Iemón y así vengar a Oiwa.


ULTIMO ACTO

                 Iemón sigue atormentado por el fantasma de Oiwa. Está condenado a permanecer en una total oscuridad. El desfigurado rostro de su antigua mujer se le aparece cada vez que se acerca a una luz, su figura surge de dentro de las lámparas rodeadas de fuego y serpientes que amenazan con envenenarle.

Oiwa atormenta a iemón

            Se refugia en un pequeño templo donde los monjes mantienen a raya al fantasma pero la locura ha hecho mella en la mente de Iemón, durante la noche es víctima de terribles pesadillas y durante el día de profundos remordimientos.

            Yomoshichi y Naotsuke encuentran el templo. Al ver a su antiguo amigo levantar su espada contra él Iemón pierde la poca cordura que aún conservaba. Blande su espada invadido por una demoníaca sed de sangre asestando golpes a los monjes que le acogían. Durante la lucha Naotsuke e Iemón se hieren mortalmente.

iemón, Yomoshichi y Naotsuke se enfrentan

            Osode trata de consolar a Naotsuke, quien le pide perdón y le dice que sin ella la vida ya no tiene nada bueno, le entrega su espada y muere en paz.

            Osode hunde el arma de Naotsuke en el cuerpo de Iemón cumpliendo así su venganza.


            Poco a poco el público va saliendo del trance en el que parecía estar sumido, se oyen rumores, alguien aplaude tímidamente, en un palco se oye otro aplauso, y como una inesperada tormenta todo el teatro estalla, el clamor de la audiencia es unánime. La función ha sido un éxito.


ONRYO

                 Los espíritus vengativos son comunes en cualquier cultura que venere a los muertos. Bien sea por no darles un entierro acorde con las prácticas religiosas dominantes, por una muerte injusta o traumática e incluso para proteger a un tercero de una amenaza inminente, las almas de los fallecidos pueden negarse a abandonar este mundo hasta ver realizada una tarea y poder entonces descansar en paz.

            Japón también tiene los suyos, los yurei. Es fácil evitarlos, basta con no provocarlos y armarse de paciencia, harán todo lo posible por ver cumplido su objetivo y después se marcharán para siempre.

            Existe sin embargo otro tipo de entidad más terrible, más dañina, más aterradora. Son Onryo . Estos fantasmas, casi siempre femeninos, no se contentarán con la venganza, preferirán atormentar al causante de sus males, no acabarán con su vida inmediatamente tratando de alargar su sufrimiento todo lo posible hasta destruir su cordura.

            Pero a diferencia del yurei, el Onryo  NO desaparece una vez cumplida su venganza. Estas entidades están llenas de odio y se alimentan del miedo y sufrimiento ajenos. Su maldición se irá extendiendo como una enfermedad, buscará nuevas víctimas y tratará de acabar con ellas, en caso de no haber nadie disponible el Onryo  maldecirá un lugar. Cualquier incauto visitante que permanezca más tiempo del debido en estos parajes encantados se convertirá en portador de la maldición.

            Se han dado casos de objetos (normalmente antiguas posesiones de un Onryo) que se han convertido en transmisores de la maldición. Nunca hay que destruirlos, ya que desataría las iras del fantasma, se aconseja pasarlo a otra persona. Dicha acción no es garante de seguridad, pues la maldición dependerá del grado de conexión que se tenga con el objeto en cuestión.

            Un Onryo  podrá exorcizarse mediante rituales sagrados pero solo servirá para aplacarlo y retenerlo en un lugar concreto pero no expulsarlo y con el tiempo el espíritu encontrará la manera de escapar.


LA MALDICIÓN DE OIWA

                 Como vimos anteriormente Tokaido Yotsuya Kaidan  es una obra de ficción escrita en el siglo XIX y adaptada para su interpretación teatral.

            Basada en sucesos reales inconexos la historia cosechó un éxito apabullante obligando a aumentar el número de funciones programadas.

            Ha sido adaptada para todos los formatos conocidos, series de televisión, distintos géneros de teatro y casi cuarenta películas si incluimos las de animación. Puedo afirmar sin ningún temor a equivocarme que se trata de la historia de fantasmas más famosa de Japón. La imagen de Oiwa, con su descuidado y largo pelo cubriéndole parte del rostro, piel violácea y mortaja blanca se ha convertido en la imagen arquetípica del fantasma asiático.



LA PESADILLA SE HACE REAL

                 El nombre de Oiwa aún hace temblar a muchos japoneses, y mientras que en occidente se han dado casos de rodajes malditos Yotsuya Kaidan  es una obra maldita. Todo aquel que ha participado en cualquier tipo de recreación de la historia ha podido ser testigo de o sufrido la maldición. Actores de teatro, escritores, equipos de rodaje han sufrido una y otra vez accidentes, muertes repentinas e incluso manifestaciones de la misma Oiwa.

          Son muchos los que se siguen negando a participar en representaciones que tengan que ver con Yotsuya Kaidan. La paranoia alcanzó tal punto que llegó a celebrarse un funeral budista para aplacar al espíritu de Oiwa. Su tumba se encuentra en la parte más alta de un cementerio ubicado tras el templo de Myogyo-ji, en Sugamo, rodeada de tres tenebrosos árboles. Si alguna vez reunís el valor suficiente para ir a visitar la tumba y contáis con algún conocido japonés probad a pedirle que os acompañe. Tratará de convenceros para que no vayáis y en última instancia intentará poner cualquier excusa para retrasar la visita.

Tumba de Oiwa en Myogyo-ji

            La familia Tamiya (apellido de Iemón) también fue víctima de Oiwa y para calmarla ordenaron levantar un santuario al que le dieron el nombre de Oiwa Inari Tamiya jinja, donde monjes de la secta Nichiren rezan día y noche. Se considera un sitio maldito, como prueba de ello a la entrada se muestran gran cantidad de recortes de periódico con noticias de los numerosos sucesos inexplicables que han sufrido muchos de sus visitantes.

      Se recomienda encarecidamente evitar este lugar.


Santuario de Oiwa Inari Tamiya y advertencias en la entrada



            Existe la tradición de que todo aquél que decida participar en la obra Yotsuya Kaidan debe visitar la tumba de Oiwa y pedir permiso. En especial la actriz protagonista. En caso de no hacerlo la obra se considerará maldita.

            En noviembre de 1966 el actor conocido como Ichi-ryu-zai Teisan olvidó visitar el templo de Oiwa como tantas otras veces había hecho. Al finalizar la interpretación sufrió un infarto cerebral y murió.

            En 2104 el famoso director Takashi Miike quiso dar una nueva vuelta de tuerca con el largometraje titulado Kuime (over your dead body) en la que un grupo de actores que se encuentra rodando “Yotsuya Kaidan” es atacado por el fantasma de Oiwa que trata de poseer a la actriz que la interpreta mientras que en la vida real se van dando paralelismos más que casuales con la historia original.


Y como no, algunos actores pagaron el precio. El actor Ichikawa Ebizo, protagonista de Kuime casi pierde la vida el primer día del rodaje. Una furgoneta conducida por un hombre de unos cuarenta años y perfectamente sano se estrelló directamente contra la puerta de su casa justo cuando él iba a salir. Afortunadamente no hubo heridos, el conductor afirmó que súbitamente perdió el control del vehículo. Ichikawa sufrió una crisis nerviosa.

Compartid si lo deseáis esta entrada, al hacerlo dejará de pertenecerme y quedaré libre de mi maldición. No lo hago por maldad, rezaré para que la venganza de Oiwa-sama no os alcance.

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