AMIGAS PARA SIEMPRE
Era tres de enero de 1977. Como
cada año en esas fechas Hiruko se disponía
a hacer limpieza. Era tradición el aprovechar esos días de asueto para
purificar el ambiente de la casa, tirar las cosas viejas, desgastadas y feas,
así como eliminar el polvo y la suciedad, para que cosas nuevas y bonitas puedan
entrar y traer alegría y fortuna a aquel que durante dieciséis años había sido
su hogar.
Seleccionó
cuidadosamente las ropas que según dictaba la moda aún podía aprovechar y
descartó las que estaban rotas o sencillamente no le gustaban. Hizo lo mismo
con los perfumes e incluso con las fotografías en las que, según su criterio,
no salía ´guapa´. Le tocó el turno a los juguetes, esos cayeron prácticamente
todos, total como no tenía hermanas y sus primas vivían demasiado lejos ¿Qué
más daba? Se paró al observar una antigua muñeca ´Licca-chan´ Los recuerdos afloraron en su mente, casi pudo sentir
el mismo regocijo que el día en la que su padre se la regaló por su sexto
cumpleaños !y casi recién salida de fábrica! el juguete era toda una novedad,
una muñequita preciosa, con ojos grandes y redondos y una hermosa cabellera
rubia, todo al estilo occidental. Licca
disponía de una tecnología revolucionaria, !podía hablar! ¿Cuántas eran capaces
de hacerlo en esa época? !Y por si eso fuera poco, la empresa que la fabricaba,
había abierto una línea telefónica en la que la propia Licca-chan atendía las
llamadas! Sabía perfectamente que eran
mensajes grabados, no era tonta, pero le encantaba marcar el número que venía
en la caja y escuchar las cosas que le decía y si no fuera por su malhumorado
padre hubiera pasado así las tardes enteras. Aunque al poco ya se sabía de
memoria todas las frases sentía que a veces su conversación era más interesante
que la de algunas de sus compañeras.
La ola de nostalgia
pasó pronto, no llegó a romper en sus ojos, como tampoco lo hace una ola cuando
no hay demasiado viento, así que con un gesto indiferente la muy ´chic´ Licca acabó de cabeza en el cubo de la basura.
Poco tiempo después la
ciudad donde vivía Hiruko sufrió un
terremoto. Afortunadamente no hubo grandes pérdidas pero la fábrica donde
trabajaba su padre quedó dañada y los dueños quisieron aprovechar la coyuntura
para reconstruirla totalmente. Aquello iba a tardar bastante, por lo que los
trabajadores fueron trasladados a otra factoría que aunque no quedaba demasiado
lejos sí que requería una mudanza. Las jornadas de su padre eran duras de por
sí y añadirles un tiempo extra al transporte perjudicaría bastante su calidad
de vida. Ella podía seguir viendo a sus amigas los fines de semana, había una
línea de tren que la llevaba justo donde solían reunirse así que no le supuso
un gran problema.
Una mañana Hiruko se disponía a acudir al instituto.
Su padre salió temprano, como siempre hacía. Su madre apenas media hora
después. Había encontrado un trabajo a tiempo parcial en una tiendecita cerca
de la estación y no volvía hasta pasado el mediodía con algunos alimentos y
algo de dinero que usaban para cubrir los gastos de la mudanza. A punto estaba
de cerrar la puerta cuando de repente el teléfono sonó.
-´Hola´- dijo una voz metálica- ´soy
Licca-chan, estoy en un cubo de basura, me han abandonado pero pronto volveré a
casa´.
Hiruko colgó, se sintió
algo molesta, alguna de sus amigas le habría gastado una broma, qué estúpidas.
El teléfono volvió a
sonar.
-´¿Papá?- preguntó.
-´Hola, soy Licca-chan, estoy en la estación. Muy pronto estaremos juntas
otra vez´.
Volvió a colgar, esta vez dando un
buen golpe. Empezó a sentir cierto desasosiego, aquello no tenía ninguna
gracia.
Permaneció allí
quieta, sin poder moverse. En realidad no transcurrieron ni un par de minutos
pero a ella le parecieron horas.
Por tercera vez el
aparato sonó. Con las manos temblorosas Hiruko
agarró el auricular.
-´¿¿Q...quien eres??´- casi gritó - ´Hola, soy Licca-chan, estoy en tu calle, ¿me
has echado de menos?´.
Con lágrimas en los
ojos y muy asustada marcó el número de teléfono del trabajo de su padre,
necesitaba contarle qué estaba pasando y pedirle que viniera a buscarla. Se
escucharon los tonos, largos, lánguidos, monótonos, indiferentes.
* click*
Alguien descolgó: -´Hola, soy Licca-chan, estoy afuera, abre la
puerta´.
Dejó caer el auricular al suelo. No pudo retener las
lágrimas y un hilo de voz, a modo de grito apenas contenido se escapó de entre
sus labios. Quería escapar, pero ¿dónde? Esa cosa, o quien fuera, decía estar
allí, a escasos metros de ella, tras la puerta. La puerta, la había cerrado,
¿verdad? Ella... ella estaba a punto de irse cuando... cuando recibió la
primera llamada y entonces... las llaves, no... no giró las llaves, ella... era
todo tan confuso.
Y
de repente el teléfono volvió a sonar, justo delante de ella, lo estaba viendo,
el auricular aún colgaba rozando el suelo, no puede ser, así no funcionan estas
cosas.
Muy
lentamente, derramándose poco a poco su cordura como lo hacían sus lágrimas
acercó el teléfono a sus oídos.
´Hola, soy Licca-chan, ahora mismo
estoy....DETRÁS DE TÍ.´
MUÑECAS
Estáticas, de mirada hierática, sabedoras
de su eternidad, eternamente hambrientas de calor humano. Están ahí desde
tiempos inmemoriales deseosas de que las abraces, las acaricies y les susurres
secretos que nadie mejor que ellas saben guardar.
Son buenas compañeras
mientras les des lo que piden, pacientes incluso, pues un achuchoncito de vez
en cuando las suele aplacar. Pero su paciencia es finita y les duele el
abandono, el olvido y el polvo, sobre todo eso. Si hay algo que odian sobre
todas las cosas es el polvo.
Como despechadas
amantes encuentran consuelo en los brazos de otros dueños aunque a veces, solo
a veces, no están dispuestas a perdonar.
Se trata de las
muñecas de tu infancia, la Barbie, la Nancy, barriguitas, los Masters del
universo, la chochona, incluso esas aberraciones llamadas muñecas repollo. Tus
amigas de la infancia, las primeras y verdaderas, las que nunca te han fallado.
Las que te seguirían hasta la muerte... aunque sean ellas mismas quienes te la
provoquen.
Tengo por aquí unas
cuantas, quedaos un poco y os las iré presentado. ¿Quién sabe?, lo mismo alguno
no vuelve solo a casa.
LICCA-CHAN, LA MUÑECA DE TRES PIERNAS
Licca-chan, o Rika es la muñeca más popular entre las
niñas de Japón. Ya desde su lanzamiento
por la compañía juguetera Takara a
finales de los 60 se convirtió en un
éxito de ventas y aún hoy lo sigue siendo, contándose por millones las unidades
despachadas.
Licca viene a ser lo que Barbie
es para Estados Unidos. Una muñeca de largos cabellos rubios, grandes ojos
oscuros y de proporciones más o menos asiáticas. Algunas de ellas alcanzan un elevado precio en el mercado de los
coleccionistas al tratarse de ediciones limitadas o conmemorativas. Sin embargo
una de estas ´tiradas raras´ no está a la venta, no que yo sepa al menos.
Según se cuenta una de
las remesas salió de fábrica con un peculiar defecto: en lugar de dos, cada
unidad tenía tres piernas. Para dejar zanjado el chiste fácil he de aclarar que
por aquel entonces NO existía el wassap... La compañía se apresuró en
retirarlas y destruirlas aunque una parte sí que llegó a comercializarse.
No
se sabe de nadie que la posea, es prácticamente imposible encontrarlas y si en
alguna ocasión te topas con una es porque ella
te ha encontrado a ti.
Suelen aparecer en los lavabos públicos femeninos. Cualquiera
que se acerque y la recoja podrá apreciar
que ésta tiene una tercera pierna de color purpúreo, en ese momento la muñeca girará
su cabecita y dirá: ´Hola, soy Licca-chan
y estoy maldita, estoy maldita, estoy maldita´. A partir de ese momento la
víctima no podrá dejar de oír esas palabras, como un susurro, dentro de su
cabeza, repitiéndose una y otra vez como un insano mantra hasta volverla loca,
se mutile los tímpanos o ambas cosas.
Puede
pasar que en lugar de huir la persona opte por deshacerse de ella, arrojándola
al inodoro por ejemplo. En ese caso no
oirá la desquiciante cantinela y todo parecerá haber terminado ahí. Pero no
pasará mucho hasta que el sujeto sufra un grave accidente que le cause la
pérdida de una de sus propias piernas y durante su convalecencia morirá a causa
de unos extraños tumores rojizos que empezarán a crecerle en el muñón, como si
de verdad le estuviera creciendo una nueva e inhumana extremidad.
Si
no disponéis de uno de estos modelos trípedos siempre queda la opción de jugar
con una Licca-chan corriente, pero no a las casitas ni a los médicos con los Action Man de tu hermano, no, mejor
hacemos otra cosa.
HITORI KAKURENBO
Así que os habéis
quedado solos en casa, son casi las tres de la mañana, vuestros amigos están
demasiado ocupados y encima habéis perdido la conexión de internet lo que os
deja tremendamente aburridos y sin la posibilidad de visitar páginas web cochinas
raras. Bueno, nos os preocupéis, no todo está perdido, siempre podéis jugar a hitori kakurenbo, o lo que es lo mismo
el escondite en solitario. Si, no pongáis esa cara, también existe el tenis
para uno. ¿Y cómo se juega a eso? Muy
fácil. Sólo requiere algo de preparación y seguir ciertas reglas a rajatabla,
es como cuidar a un gremlin, divertido hasta que se te pierde el manual de
instrucciones.
Lo primero que nos ha
de quedar meridianamente claro es que para jugar a esto debemos estar
completamente, absolutamente, plenamente, enteramente, íntegramente y un montón
de adjetivos acabados en -mente, solos. SOLOS DEL TODO. Eso incluye a personas,
animales y políticos. Nada que respire excepto vosotros, dejad vuestras
mascotas fuera.
Lo segundo es no jugar
a esto demasiadas veces ni mucho tiempo, con una horita es suficiente y si no
pasa nada solo habréis perdido el tiempo y creedme, es un buen resultado.
Lo siguiente es jugar
a oscuras, no tiene gracia con las luces encendidas, tampoco abandonéis la casa
antes de tiempo ni interrumpáis el juego. No es aconsejable hacerlo si sois
personas sensibles, asustadizas o sufrís incontinencia.
Por último y no menos
importante, no es broma, tomaos un café, debéis esperar a las tres de la
madrugada y os ayudará a permanecer despiertos antes y durante el juego.
Bien, una vez
advertidos (esto es como una prueba médica, firme aquí su consentimiento,
gracias). Podemos comenzar con los preparativos.
El componente
principal del juego es una figura antropomorfa, esto es, que tenga los
elementos característicos de un ser humano: un tronco, una cabeza, dos brazos y
dos piernas. Esto nos servirá de receptáculo para la entidad contra la que
vamos a enfrentarnos. Es recomendable evitar figuras demasiado humanas, como
por ejemplo una Licca-chan bípeda. Si ignoramos esto es posible que la entidad
se sienta identificada y decida ´habitar´ dentro de su nuevo cuerpo. Lo ideal
es un osito de peluche o una muñeca de trapo.
Sacamos un poco de
relleno del interior del peluche y lo sustituimos por arroz. De esta forma
aplacaremos a los seres a los que vamos a molestar. Ya he hecho numerosas
referencias en artículos anteriores al ritual del segaki, mediante el cual se realizan ofrendas de comida con el fin de
tranquilizar a los espíritus hambrientos. ¿Si no por qué os creéis que se sigue
arrojando arroz después de una boda? !Para que vuestro cuñado no coma ni beba
demasiado durante el banquete!
Después introducimos
una parte de nuestro propio cuerpo, un pelo o una uña bastarán. No utilicéis
partes de otras personas, no es un muñeco vudú, para eso es mejor realizar el
ritual de Ushi no toki mairi.
Ya está listo nuestro
recipiente. Lo siguiente que necesitamos es un objeto punzante con el que
provocaremos al espíritu, mas tarde el muñeco nos perseguirá y tratará de
utilizar ese mismo objeto contra nosotros así que por vuestra seguridad evitad
cuchillos, tijeras o agujas de punto.
Con
un lacito de tela o cordel de color rojo
rellenaremos los orificios que le hayamos causado al peluche. Esto imita los hilillos
de sangre de las supuestas heridas que le causamos. Atamos el resto del cordel
alrededor de la cintura para tenerlo bien sujeto. Agua salada en abundancia,
muy importante esto, y un recipiente
lleno de agua corriente. Si no podéis usar una bañera un barreño o un cubo
serán suficientes.
Ya podemos empezar.
El objetivo del juego
es invocar a un espíritu para que se introduzca dentro del muñeco, escondernos
y evitar perder la cabeza o que el muñeco nos encuentre y nos apuñale hasta la
muerte, para ello debemos seguir los siguientes pasos:
Le daremos a nuestro
muñeco un nombre pero no puede ser el nuestro ni el de ninguna persona conocida,
a partir de ese momento nos dirigiremos a él con ese apelativo y no otro.
Nos lo llevaremos al
cuarto de baño y con los ojos cerrados repetiremos tres veces: ´Ahora es el
turno de...´ y decís vuestro nombre, luego sumergimos al muñeco en la bañera, el cubo u otro receptáculo al que previamente habremos llenado de agua.
A continuación saldremos
de la habitación sin mirar atrás en ningún momento. De hacerlo corremos el
riesgo de presenciar cómo el espíritu entra dentro del peluche. Si esto sucede podría
percatarse de nuestra presencia, nos perseguirá y el juego finalizaría
abruptamente.
Una vez fuera
contaremos lentamente desde el diez hasta el uno, luego regresamos al lugar
donde dejamos al muñeco, lo agarraremos, diremos ´Te he encontrado (y el nombre
que le hayamos dado)´ y lo pincharemos varias veces.
Volvemos a cerrar los
ojos y repetimos tres veces ´Ahora es el turno de (nombre)´ depositamos el
muñeco donde estaba junto con el mismo objeto que usamos para apuñalarlo.
Es hora de que
corramos a nuestro escondite y permanezcamos allí sin movernos ni hacer ruido.
Para evitar que el muñeco nos encuentre llenaremos la boca con agua salada. Tened
siempre cerca una buena provisión de la misma, evitad dejar la boca vacía
demasiado tiempo. Como medidas de protección adicional podéis colocar en
vuestro escondrijo alguna figura religiosa o mantened con vosotros un objeto
sagrado (rosarios, crucifijos, el carné del Betis, etc.).
Una vez transcurrido
un tiempo prudencial daremos por sentado que el muñeco no nos ha encontrado y
podremos salir pero tened cuidado, aún no hemos acabado, dirigíos al punto de partida sin mirar atrás y evitando espejos o
superficies reflectantes.
Para finalizar el
juego debemos localizar al muñeco (es posible que no esté donde creemos), beber
un trago de agua salada y verter la sobrante a su alrededor hasta formar un
círculo. Cerrad los ojos y repetid tres veces ´He ganado´. Si lo hemos hecho
correctamente el espíritu abandonará su cascarón y el peluche volverá a ser un
inofensivo (y destrozado) objeto inerte. Debéis deshaceros de él enterrándolo
junto con un buen puñado de sal, si no lo hacéis es posible que otra entidad lo
ocupe y quiera reanudar el juego más tarde.
Si no encotráis el muñeco no os preocupéis preocupaos. Llamad a un exorcista inmediatamente. El espíritu os seguirá acechando y se hará más fuerte a cada momento. Es posible que os sintáis observados, perseguidos, ansiosos. Os provocará alucinaciones, fiebre y con el tiempo la muerte. Con vuestro último suspiro una extraña voz os susurrará al oído ´He ganado´.
¿QUERÉIS SEGUIR JUGANDO?
Si es así permaneced
atentos al próximo artículo. Nuevas e inquietantes historias nos demostrarán
que jugar con muñecas no es cosa de niños.